Los publirreportajes nacionales en favor de Huawei no solo fracasan en disuadir la insoslayable especulación del consumidor en el mercado de terminales móviles, sino que generan un agujero negro en el camino apropiado de la discusión.
El debate comercial transatlántico pretende desmentir que Huawei sea una herramienta del Partido Comunista Chino (PCCh), el único partido político que ha gobernado a la República Popular China desde 1949. Pocos medios han manifestado la estrechez existente entre el conglomerado tecnológico y el PCCh, razón de peso para cuestionar a toda empresa cercana a un gobierno no democrático y acusado por violar derechos humanos en los campos de internamiento para la etnia uigur.
Vínculos. Ren Zhengfei, responsable de la eclosión de Huawei a finales de los ochenta, había contribuido para el Ejército chino. Posteriormente, estableció sólidas relaciones con miembros del PCCh. La forma súbita en que Huawei conquistó el mercado de terminales móviles solo evidenciaría la inyección de capital de un actor tan poderoso para que una empresa de telecomunicaciones pudiese competir ferozmente con los otros dos fabricantes que ya dominaban el mercado.
En mayo, la agencia de noticias Reuters afirmó que Huawei estaba dispuesto a someterse a acuerdos de antiespionaje móvil, lo cual causó preocupación en los usuarios y entidades supervisoras sobre por qué sus dispositivos no se encontraban ya alineados con estándares de seguridad, después de tanto tiempo de estar posicionado en el mercado.
Hacia las recientes elecciones al Parlamento Europeo, Huawei colgó publicidad sugiriendo un voto para la red 5G porque su oferta podría contribuir a los valores europeos (varios anuncios aún se encuentran disponibles). Aunque el fabricante itera con firmeza que el estatus de la empresa es privado, no estatal y no subordinado al PCCh, sus mensajes se vinculan con Pekín en cuanto a los beneficios de la cooperación, pintando el rostro del Tío Sam como el actor en el que no se puede confiar.
Límites del poder. Si el PCCh le exigiese a Huawei compartir los datos de sus usuarios con algún propósito, ¿tendría posibilidad de negarse por su carácter privado? La idea de resistir a la solicitud del PCCh no se sostiene en el plano realista, en tanto todo ciudadano debe someterse a las exigencias del ente superior político chino, so pena de represión. Además, considerada la telecomunicación como una actividad sensible, una empresa telefónica no podría subsistir en aquella latitud si no fuera por los beneficios de la proximidad y sumisión al partido.
Haciendo justicia a la tesis opuesta, una lejanía entre el liderazgo político y las decisiones de la empresa arroja resultados improbables en el panorama chino, debido a la cultura político-económica zhuada fangxiao (“controle al grande, suelte al pequeño”).
Propio de un régimen unipartidista que desconoce la existencia de una oposición que lo interpele, sería natural concebir la conveniencia y necesidad del gobernante que encentra formas posibles de ejercer control sobre las empresas, especialmente las que devengan cuantiosos ingresos y otean hacia horizontes lejanos. Muchos de esos controles se ejercitan de forma extraoficial y nunca se llegan a divulgar.
Certezas. ¿Es Huawei un vehículo para el espionaje digital en favor del PCCh? No hay (disponible y por ahora) acervo probatorio para sostenerlo. Cuando lo haya, no habrá acceso total para su escrutinio. Empero, sí tenemos certeza de que hay naciones que ubican la seguridad en el pináculo de sus prioridades, ciertamente a niveles incomprensibles para la audiencia, no solo por hacer eco de su ethos político, sino también porque conocen las consecuencias de dejar espacio para errar; otras no han colisionado con la severidad del término y se conforman con seguridad dentro de sus posibilidades. Otra certeza es que no solo Washington ha levantado la voz sobre las vulnerabilidades que presenta la oferta 5G de Huawei, así que Trump no podría montarse en el chivo expiatorio de las voces que le culpan de balcanizar las relaciones comerciales entre las dos naciones.
John Bolton, quien es la voz en el oído en materia de seguridad del comandante en jefe, ya había acusado la enorme influencia que ejercía China en las Naciones Unidas, desequilibrando la hegemonía estadounidense sobre el gobierno global. Las estimaciones hacia el futuro bailan sobre la arena del desierto de Gobi, pero los hechos deben conservarse incólumes en los medios que nos (des) informan. Enviado desde un Huawei.
Analista en seguridad internacional