El principal compromiso de política monetaria del Banco Central (BCCR) es mantener el nivel de inflación acotado en cierto rango (actualmente fijado entre un 2 % y un 4 %). Otras políticas, como la cambiaria, son subsidiarias a ese objetivo. Sin embargo, hay opiniones de que, en la práctica, parece existir un objetivo cambiario en el objetivo de inflación; es decir, el caso sería uno de dominancia cambiaria sobre la monetaria.
Las críticas aumentaron luego de que en marzo pasado el Central se endeudó con el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) por una suma de $1.000 millones para apoyo a la balanza de pagos. En ese entonces, el organismo rector adujo que disponer de un mayor nivel de reservas puede, en instancias, desalentar la especulación financiera, dado que cae la demanda de activos denominados en moneda extranjera a la espera de una depreciación.
Volatilidad cambiaria. Desde la instauración del régimen de flotación administrada (febrero del 2015), el precio del dólar ha mostrado mayor estabilidad que durante el anterior sistema de bandas o aun del régimen de minidevaluaciones (1984 al 2006).
A priori, cabría esperar un tipo de cambio del dólar más volátil en el régimen actual que en los anteriores, pues, en teoría, no obedece a reglas determinadas (predecibles), sino al comportamiento de las fuerzas del mercado, esto es, en función de los fundamentos de la economía.
De ahí que las intervenciones del Banco Central con afectación de sus reservas monetarias, solo se pueden justificar cuando se producen desviaciones atípicas o de carácter especulativo. Se colige que el Banco no interviene para modificar la tendencia del nivel del tipo de cambio que sea compatible con el que muestran esas variables fundamentales a mediano y largo plazo.
Con excepción del episodio de “excesiva volatilidad” que se produjo a fines de mayo del 2017 –entre ¢5 y ¢7 por dólar– las variaciones diarias del tipo de cambio promedio de Monex no han sobrepasado, arriba y abajo, los ¢2, es decir, tan solo un ± 0,4 % del tipo de cambio promedio, porcentaje que se ve bajo para un estándar de volatilidad de mercado.
En tanto se desconozca la regla de intervención del Central en el mercado cambiario, resultará complicado constatar la verdadera alineación o desalineación del tipo de cambio con respecto a sus determinantes y, menos aún, con respecto a su valor de equilibrio a largo plazo. Algunos – en cuenta el FMI– sugieren al Banco Central disponer de mecanismos más transparentes en su actuación en el mercado cambiario.
Volatilidad cambiaria y dolarización. Existe una relación inversa entre flexibilidad cambiaria y dolarización. Un tipo de cambio muy estable incentiva la dolarización más allá de la necesaria, es decir, más allá del hecho de que somos una economía pequeña y abierta con movimientos de bienes, servicios y capitales con y desde el exterior.
Cuando el tipo de cambio varía muy poco, los agentes económicos perciben que esta situación se mantendrá en el futuro y no ven mayor riesgo de endeudarse en una moneda diferente de la de sus ingresos, sobre todo si las tasas de interés son sustancialmente menores que las nacionales. De ahí que, si el objetivo es disminuir la dolarización financiera para que los agentes asuman el riesgo cambiario, y no lo haga el Banco Central por ellos, este deberá intervenir menos en el mercado y permitir una mayor volatilidad de la divisa.
De paso, habrán de acomodarse los movimientos especulativos de muy corto plazo y los desajustes debidos a la inoperancia de la política fiscal. ¿Cuánta volatilidad, sin que se afecten expectativas, precios, inversión, crecimiento y estabilidad financiera? La respuesta depende, en parte, de si la variabilidad del dólar respecto de su promedio diario es simétrica o asimétrica.
En abril de este año, el FMI publicó el informe Estabilidad del Sector Financiero en Costa Rica, donde observa que los gerentes y los clientes de bancos perciben el riesgo del tipo de cambio como bajo, en parte debido a la intervención del Banco Central en el mercado de divisas.
También sugiere poner en marcha medidas para que los participantes del mercado internalicen los riesgos y baje la dolarización. Como novedad, dada la relativa falta de profundidad del mercado cambiario, el FMI recomienda estimar el nivel de depreciación del colón, requerido para provocar un efecto en las hojas de balance que permita establecer un punto de comparación para el incremento de la volatilidad del tipo de cambio.
El autor es economista.