El presidente, Rodrigo Chaves, está empeñado en poner de moda a los jaguares. No es una nueva política de conservación, sino un recurso retórico, utilizado en su informe del 2 de mayo y que adorna las redes sociales de sus partidarios, sean reales o troles, en una poco sutil referencia a su homólogo argentino, Javier Milei, quien tiene una fijación con los leones.
La idea, acuñada en febrero por el Bank of America, en alusión a los tigres asiáticos de la segunda mitad del siglo pasado, fue reforzada por Chaves, usando adjetivos como vigor y fuerza, cualidades acordes con la imagen de hombre fuerte que ha tratado de establecer en su gobierno.
Sin embargo, el país no avanza como un poderoso jaguar en la selva, sino que estamos, como se diría popularmente, pa’l tigre.
Los números macroeconómicos son sólidos en recaudación, inflación y deuda, después de que el país estuvo durante muchos años a la deriva. Lo que omite el presidente y quienes lo apoyan es que en la microeconomía, es decir, fuera de los muros de Monterán, la realidad es muy distinta a la pintada en su discurso.
Aunque el presidente nos proclame “campeones de la OCDE”, somos el país miembro con los índices más altos de pobreza, situación que se agrava entre las poblaciones jóvenes y adultas mayores.
Sumado a eso, somos también el país más desigual dentro de la OCDE, y en el mundo ocupamos también las posiciones más bajas, pues el 50 % de la ciudadanía percibe apenas el 10 % del ingreso.
Sobre el empleo, los datos del INEC revelan que la fuerza laboral ha disminuido notoriamente, es decir, menos gente está buscando trabajo, y quienes tienen un empleo exhiben verdades como estas: el 25 % carece de seguro, un 17 % trabaja más de 48 horas semanales, a un 37 % no le pagan las horas extras y un 20 % no toma vacaciones.
Para el presidente, la robustez de la economía posibilita educación, infraestructura y salud. Esto contrasta con el hecho de que la inversión en educación es la más baja de los últimos 12 años, ha habido masivos recortes en las becas del Programa Avancemos y el país invierte por cada estudiante menos de la mitad del promedio de los países de la OCDE, sin mencionar que este ciclo lectivo se inició con 849 centros educativos con órdenes sanitarias.
La infraestructura no muestra un mejor panorama. Según el Foro Económico Mundial, Costa Rica ocupa el lugar 117 de 141 países en cuanto al estado de la red vial, un 62 % de las carreteras nacionales requieren mantenimiento para seguir operando en los próximos años y un 25 % necesita intervención inmediata.
El Lanamme señala que para atender las necesidades estructurales es necesaria una inversión de, como mínimo, el 4 % del PIB, pero el presupuesto en este momento apenas roza el 2 %.
Y si se habla de infraestructura sanitaria, no es posible olvidar la paralización del portafolio de inversiones de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), aduciendo que estaba “quebrada”, ni la novela en la que convirtieron la construcción del nuevo hospital de Cartago, un asunto de mera voluntad política, como lo demuestra la votación afirmativa de la Junta Directiva.
La violencia de género y los derechos humanos no son algo que esté en la agenda del presidente o que preocupe a sus seguidores, a pesar de los alarmantes sucesos de las últimas semanas.
El gobierno no tiene reparos en usar un jaguar como imagen mientras la tala en el Refugio de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo no para. Y no olvidemos que el gobierno intentó este año un recorte de más de ¢2.000 millones en el presupuesto del Sinac y que el expediente 23213, del Ejecutivo, desmantela, en la práctica, al Minae.
Fiel a su estilo, el presidente coloca las narraciones y las poses por sobre los hechos. Es posible que desde las cumbres del poder la economía se perciba como un jaguar; sin embargo, cada vez estamos más pa’l tigre, según los datos.
El autor es diputado.
