
Nos encontramos en un momento decisivo para el futuro de nuestro país. El manejo de los residuos sólidos se ha convertido en uno de nuestros principales desafíos ambientales, y es responsabilidad de todos contribuir con pequeñas acciones cotidianas que generen un gran impacto positivo en la sostenibilidad de nuestro entorno.
Una de las prácticas más comunes en nuestros hogares es cortar el zacate de los jardines o patios y, posteriormente, recogerlo en bolsas plásticas para que sea trasladado al camión recolector de basura. Sin embargo, esta costumbre, aunque bien intencionada, produce varios problemas serios.
En primer lugar, el uso de bolsas plásticas para empacar el zacate aumenta considerablemente el volumen de desechos enviados al relleno sanitario. Nuestros rellenos ya se encuentran al límite de su capacidad, y al ritmo actual, en pocos años no habrá espacio suficiente para seguir depositando la basura.
Por otro lado, el plástico es un material altamente contaminante que tarda cientos de años en degradarse, lo que significa que cada bolsa que utilizamos hoy seguirá existiendo por varias generaciones futuras.
A esto se suma el hecho de que sacar el zacate en bolsas representa un gasto innecesario en recursos municipales. Los camiones recolectores transportan grandes cantidades de bolsas llenas de material vegetal que, en lugar de ser considerado un desecho, debería ser visto como un recurso valioso para la salud de nuestros suelos.
El zacate cortado tiene un ciclo natural: al dejarlo sobre el propio terreno, se descompone y se convierte nuevamente en nutrientes que enriquecen la tierra; ese zacate cortado le devuelve al césped los minerales y la materia orgánica que necesita para mantenerse verde, fuerte y saludable.
Esta práctica, conocida como mulching o “reciclaje de césped”, trae consigo múltiples beneficios. En primer lugar, mejora la fertilidad del suelo de manera natural, al reducir o incluso eliminar la necesidad de utilizar fertilizantes químicos, que no solo representan un gasto económico, sino que además pueden contaminar los mantos acuíferos.
Asimismo, al mantener el suelo cubierto con restos de zacate, se conserva mejor la humedad, lo que implica un ahorro en el riego y un jardín más resiliente frente a los periodos de sequía.
Además, al no empacar el zacate en bolsas plásticas, reducimos la producción de microplásticos y disminuimos la contaminación que estos provocan en ríos, mares y en toda la cadena alimentaria.
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Si todos y todas adoptamos esta práctica tan sencilla, lograremos un impacto inmediato en la reducción de residuos enviados al relleno sanitario.
Pensemos en la cantidad de bolsas que semanalmente salen de los hogares de su vecindario únicamente con césped cortado. Ahora, multipliquemos esa cifra por todos los vecindarios de su cantón. La suma es enorme, mientras que el cambio de hábito es mínimo: simplemente dejar el zacate cortado sobre el propio suelo, sin bolsas, sin gasto de tiempo ni dinero, y con un beneficio directo para nuestras áreas verdes.
Es importante entender que no recoger el zacate cortado no se traduce en descuido ni suciedad. Cuando se corta de manera adecuada, los fragmentos son pequeños y se descomponen rápidamente, sin malos olores y sin atraer plagas. Muy por el contrario: enriquecen el suelo de manera natural.
Lo que necesitamos es cambiar nuestra mentalidad: comprender que no estamos “ensuciando” el jardín, sino alimentándolo.
El llamado es, entonces, a la conciencia ciudadana. Todos compartimos la responsabilidad de reducir la basura y disminuir el consumo de plástico. El planeta nos está pidiendo cambios urgentes, y esta es una de las formas más fáciles y efectivas de contribuir.
Recordemos que la naturaleza funciona en ciclos, y que la hierba que hoy cortamos puede convertirse en alimento del zacate de mañana.
Invito a cada familia, a sumarse a este esfuerzo comunitario. Dejemos de llenar bolsas con material que puede servirnos de abono natural. Apostemos por un césped más sano, por un ambiente más limpio y por un futuro con menos basura y contaminación.
El compromiso es de todos y todas, y los resultados los veremos reflejados en la belleza de nuestros jardines, en la salud de nuestros suelos y en la sostenibilidad de nuestra comunidad.
Pequeñas acciones generan grandes cambios. Hoy, el cambio empieza por algo tan simple como dejar el zacate donde pertenece: en la tierra, alimentando la vida. Venzamos juntos la saturación de los rellenos sanitarios.
randallgch@yahoo.com
Randall García Chacón es ambientalista.