A pocos días de haberse confirmado el triunfo electoral de la papeleta Integra Iuris, liderada por su presidente electo, Miguel Arias Maduro, es oportuno detenernos y reflexionar sobre el proceso vivido. No se trató únicamente de una elección más; fue una jornada cargada de significado para miles de profesionales que, luego de más de 16 años de continuismo, decidieron abrir un nuevo capítulo en la historia del Colegio de Abogados y Abogadas de Costa Rica.
Durante meses, la frase “Volvamos a creer en nuestro Colegio” dejó de ser consigna y se convirtió en un clamor. Un clamor que expresaba cansancio ante la falta de información, la ausencia de participación auténtica, la poca claridad de las cuentas, las asambleas cerradas y una academia que no incluía a todos. Ese descontento no era aislado; era la evidencia de que la institución se había alejado de la razón de ser que le dio vida. Esto apartó a muchos de la institución y hoy se siente su alegría por volver.
El sábado de las elecciones dejó una imagen que difícilmente se borrará: las largas filas, la presencia de colegas jóvenes y de profesionales con décadas de ejercicio, el entusiasmo de los recién incorporados y la determinación de los adultos mayores reflejaron una misma convicción: el Colegio debía recuperarse.
Nadie se quedó al margen. Esa multitud no fue una casualidad; fue la manifestación palpable de un gremio que decidió votar por un nuevo rumbo, por un Colegio que vuelva a ser protagonista en la defensa de la abogacía, en el fortalecimiento profesional de sus agremiados y en la discusión de los temas país que exigen rigor jurídico y compromiso institucional.
Esa movilización masiva dejó claro que la abogacía costarricense no está dispuesta a renunciar a su institución.
Este fenómeno electoral ha sido incluso tema de reflexión pública. En su artículo para La Nación, el abogado e historiador Esteban Chaverri Jiménez recordó con acierto que el Colegio nació para orientar técnicamente al país, dignificar la profesión y contribuir a la vida republicana. Subrayó que, desde 1848, juristas de distintas generaciones han ocupado puestos decisivos en la construcción del Estado costarricense. Ese recordatorio es pertinente: el Colegio fue creado para liderar, no para acompañar en silencio.
Pero recuperar ese protagonismo no será posible sin acciones firmes. Para volver a creer en el Colegio, es indispensable avanzar con claridad en cinco tareas centrales:
1. Restituir la excelencia profesional, fortaleciendo la identidad jurídica de la abogacía, elevando los estándares académicos y modernizando los procesos de incorporación.
2. Garantizar transparencia y orden administrativo, con procesos abiertos, cuentas claras y participación efectiva.
3. Reconectar con los temas país, devolviendo al Colegio su papel histórico como voz técnica y respetada en los grandes debates nacionales.
4. Procurar la participación mediante el voto electrónico, un paso indispensable para modernizar los procesos electorales, garantizar mayor alcance territorial y permitir que todo profesional vote sin barreras logísticas, lo que fortalece la democracia interna.
5. Realizar un estudio profundo y serio sobre la pensión de los agremiados, tal como dispone la ley, evaluando con rigor su sostenibilidad, su sentido actual y las alternativas necesarias para que cumpla verdaderamente con su finalidad de protección social. Este tema, por años postergado, exige una revisión técnica, transparente y responsable, acorde con la realidad del país y con el compromiso del Colegio hacia su gente.
El mandato recibido es contundente. Y el compromiso, ineludible. Ya se percibe un ambiente distinto: más apertura, más cercanía, más esperanza. Pero la verdadera credibilidad se construirá con hechos, con trabajo sostenido y con resultados visibles. El Colegio que hoy queremos no es un ideal distante: es una institución moderna, ética, inclusiva y plenamente conectada con su papel en la vida democrática del país.
A quienes creyeron en el cambio, nuestro agradecimiento profundo. A quienes no compartieron esta visión, nuestra invitación sincera: este Colegio también es suyo. El gremio es uno, y el bienestar debe ser general.
Ha llegado el momento de honrar nuestra historia y proyectar un nuevo futuro. Ha llegado el momento de actuar. Volvamos a creer en nuestro Colegio.
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Rafael Rodríguez Salazar es abogado y notario.