El Banco Central de Costa Rica (BCCR), de conformidad con su ley orgánica, elabora a principios del año un Programa Macroeconómico bianual que es objeto de revisión en julio para ajustarlo, de ser necesario, a los cambios que el entorno –externo e interno– sugiera. Para efectos del Programa Macroeconómico, el Banco analiza el posible desempeño de la economía mundial y de las que mantienen estrechos vínculos comerciales y financieros con Costa Rica (por ejemplo, las economías de los Estados Unidos, la eurozona y el istmo centroamericano) y también la tendencia de importantes macroprecios –como los del petróleo y sus derivados– y las tasas de interés internacionales. Con base en esa información, el Central estudia la forma en que utilizará el instrumental de política monetaria a su disposición e infiere el posible desempeño de las principales variables macroeconómicas del país durante el periodo objeto de programación.
Para este año 2018, el BCCR proyecta que la economía crecerá a una tasa del 3,2 %, inferior a la del año pasado y baja en comparación con el desempeño histórico. Para el próximo año, espera una modesta mejora, que se traduciría en un crecimiento del 3,4 %. La inflación estimada para uno y otro año se ubicará en un rango del 2 % al 4 %, y las reservas monetarias (RIN), en mucho estimuladas por el favorable desempeño del sector exportador de servicios, se mantendrán en un nivel cómodo, equivalente a un 13 % del tamaño de la economía (PIB).
En el campo fiscal, donde nuestra economía muestra la mayor debilidad, las proyecciones son de un déficit del Gobierno Central equivalente al 7,2 % del PIB para el final del 2018 y 7,5 % para el final del 2019, pues el banco no incorpora en sus proyecciones los posibles efectos de la reforma bajo trámite en la Asamblea Legislativa.
El endeudamiento público en general y el del Gobierno Central, que casi alcanza el 50 % del PIB, son muy preocupantes. Ambos crecen año con año en ausencia de medidas correctivas. “Dada la trayectoria creciente de la deuda pública, el financiamiento del déficit fiscal (…) constituye el principal riesgo para la sostenibilidad de las finanzas públicas y, por ende, para la estabilidad macroeconómica del país. Esa competencia por fondos prestables no solo restringe el acceso a crédito por parte del sector privado, sino también podría limitar el margen de acción del Banco Central”, dice el instituto emisor.
Eso nos lleva a plantear importantes interrogantes: ¿cómo se afectarían las proyecciones de crecimiento económico durante el 2019 si no se logra la aprobación del ajuste fiscal requerido, que los expertos estiman en 4 % del PIB?, ¿qué pasaría si solo se aprueba a medias?, ¿a cuánto se elevaría el desempleo, que actualmente afecta a 230.000 personas y equivale al 10,3 % de la población económicamente activa?, ¿a cuánto ascendería la pobreza?
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En la última sección del documento, titulado Revisión del Programa Macroeconómico 2018-2019, el Banco Central presenta un “balance de riesgos” que, de materializarse, cambiarían sensiblemente las proyecciones descritas. Entre ellos el Banco cita un crecimiento de la economía mundial por debajo del 3,9 % previsto, un alza significativa en los precios de las materias primas, desde el trigo hasta el petróleo, fenómenos climáticos que lesionen la producción agrícola nacional y la “no aprobación de las medidas de reforma fiscal”. Coincidimos, pero es oportuno agregar que el comercio intrarregional se expone a sufrir un severo golpe si la situación sociopolítica de Nicaragua no encuentra rápida solución. Sin duda, esa circunstancia también afectaría a la economía costarricense.