Ya se revelaron las verdaderas razones por las que allegados a la Bolsa de Valores reaccionaron tan cáusticamente al advenimiento de Tesoro Directo: se les cayó el negocio.
Del 2015 a la fecha, “las transacciones primarias en la Bolsa han caído un 23% (...) y la baja coincide con la implementación de la plataforma Tesoro Directo” ( La Nación, 3 de setiembre). Ya me extrañaba a mí el supuesto “interés público” que tanto pregonaban. La verdad, a la Bolsa le duele la bolsa. Y aunque en porcentajes las comisiones son bajas, el volumen transado es tan alto ($54.076,2 millones en el 2015) que cada pellizquito cuenta. Bien dice el refrán: ¡A pellizcos se mata un burro!
La pugna surgió porque la Tesorería descubrió cómo colocar parte de sus títulos sin desembolsar onerosas comisiones. Y, claro, tropezó con intereses creados (poderoso caballero es don dinero, decía Francisco de Quevedo). Ahora, el enfrentamiento es entre dos intereses muy distintos: un monopolio privado representado por la Bolsa de Valores y un puñado de puestos (cuyas entradas acumuladas van por ¢32.770 millones solo en un semestre), frente a otro de carácter público, representado por el Estado y los contribuyentes.
Aquellos aducen que hay opacidad en Tesoro Directo. ¿Insinúan algo feo? La Tesorería, sin embargo, afirma lo contrario. Publicó la dirección electrónica donde aparecen los montos, tasas, vencimientos y otras cuitas de Tesoro Directo. De haber “embutido”, ya la Contraloría lo habría revelado. Y hablando de transparencia, ¿por qué no ventilar también los montos que perciben la Bolsa, corredores, puestos y custodios? Si le van a levantar los “chingos” a la Tesorería, que el streep tease corra parejo.
¿Se embolsará la Bolsa a la Tesorería? Pienso que no. Anticipo que perderán la batalla. Aunque les duela, Tesoro Directo seguirá vivito y creciendo para satisfacer una demanda minorista insatisfecha (abierta a los de a pie) y competir con la oferta mayorista en Bolsa (para el capital). Tal vez así bajen las comisiones. La Ley del Mercado de Valores se creó para tranzar títulos privados, pero falló lastimosamente. Se ha de revisar para abrir la competencia. Pero Hacienda y el Banco Central deben ir más allá: crear su propio mercado de valores organizado para negociar títulos públicos, con transparencia y sin tajaditas para nadie.
De seguro, podrán contar con asesoría técnica de organismos internacionales, siempre gratuita, y evitar que otro vivaracho invente asesorías privadas para forzar jugosos honorarios. Y con esto cierro mi aporte al intercambio.