La actividad económica mundial ha sido severamente impactada por la pandemia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el año pasado la economía mundial habría registrado una caída de 3,5%. Si bien menor a lo previsto inicialmente, esta caída representa la mayor contracción de la producción mundial en nueve décadas.
El golpe ha sido brutal. Además del fuerte impacto sobre la salud, han cerrado millones de empresas, se han perdido cientos de millones de empleos, y ha habido una escalada del endeudamiento público.
La economía mundial tocó fondo en el segundo trimestre del 2020 y, desde entonces, está en recuperación. El FMI prevé que ese proceso se mantenga en 2021-2022. Advierte, sin embargo, que la regeneración del tejido empresarial tomará varios años.
Además, las proyecciones siguen sujetas a un nivel inusual de incertidumbre, y dependen del éxito de los países en controlar la tasa de contagio y en sus campañas de vacunación.
La economía costarricense ha sido también fuertemente golpeada por el COVID-19, con una caída de 4,5% en 2020, según estimaciones preliminares.
Como consecuencia de la reapertura gradual de la economía local y mundial, en el segundo semestre del 2020 inició una gradual recuperación de la producción. El Banco Central prevé que la economía costarricense crecería un 2,6% en 2021 y 3,6% un año después.
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Estas proyecciones suponen que, en Costa Rica y el resto del mundo, continuará el proceso de eliminación de restricciones sanitarias y que la campaña de vacunación permitirá reducir paulatinamente las tasas de contagio y letalidad por COVID-19.
Eso, a su vez, incidiría en una mayor confianza por parte de consumidores e inversionistas. Las proyecciones también incorporan el ajuste fiscal acordado el mes pasado, a nivel de personal técnico, con el FMI.
Los modelos indican que la inflación se mantendrá por debajo del 2% en 2021-2022, como consecuencia de la amplia capacidad ociosa y una tasa de desempleo que, aunque decreciente, se mantiene en niveles históricamente altos, combinados con una baja inflación mundial y expectativas de inflación también bajas.
Estas proyecciones están sujetas a riesgos que, de materializarse, podrían llevar a desviaciones con respecto a lo estimado. El principal riesgo del contexto externo es un crecimiento de la economía mundial menor al previsto, por ejemplo ante aumentos en la tasa de contagio que obliguen a intensificar restricciones.
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En el contexto interno, el riesgo más relevante, además de la pandemia, es la situación fiscal. Costa Rica ha presentado un persistente deterioro de las finanzas públicas desde hace más de una década.
Si bien la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas (Ley 9635), aprobada en diciembre de 2018, constituyó un avance fundamental para restablecer la sostenibilidad fiscal, sus efectos positivos apenas iniciaban cuando el país fue azotado por la pandemia.
El impacto sobre las finanzas públicas fue fuerte y rápido: los ingresos tributarios cayeron por la contracción económica y aumentaron los gastos asociados a la atención de la crisis sanitaria. Esta situación ha implicado la necesidad de un ajuste fiscal adicional al ya introducido por la Ley 9635.
En ese sentido, el acuerdo a nivel técnico alcanzado con el FMI el pasado 22 de enero hacia una Facilidad de Servicio Ampliado (Extended Fund Facility o EFF, por sus siglas en inglés), que aportaría USD 1750 millones en un lapso de tres años, es un paso fundamental para Costa Rica.
Una vez aprobado por el Directorio Ejecutivo del FMI, este acuerdo representaría un respaldo de ese organismo al marco de políticas macroeconómicas del país.
Ello permitiría generar confianza en los mercados domésticos e internacionales, lo que se reflejaría en menores tasas de interés para el Gobierno y mejores condiciones financieras para todos los costarricenses.
Por el contrario, la ausencia, insuficiencia o atraso excesivo del ajuste daría al traste con el convenio con el FMI y resultaría en mayor incertidumbre, un golpe a las expectativas y una presión al alza sobre las tasas de interés y el tipo de cambio, con un efecto negativo sobre el crecimiento económico, el empleo y el bienestar de la población.
Por eso, es de crítica importancia que la Asamblea Legislativa apruebe, en forma integral, las medidas de ajuste fiscal que forman parte del acuerdo con el FMI, y el convenio mismo del EFF.
En síntesis, Costa Rica tiene una ruta clara hacia la recuperación económica, y esa ruta depende de dos factores fundamentales: el curso global y local de la pandemia, y la aprobación legislativa del programa de ajuste fiscal en el marco del acuerdo con el FMI.
Desde el Banco Central, seguiremos apoyando la recuperación con una política monetaria expansiva y contracíclica, pero prudente y responsable.
En particular, el Banco Central mantendrá su Tasa de Política Monetaria en niveles bajos mientras la inflación futura se proyecte por debajo de la meta; inyectará liquidez en los mercados si resultara necesario para asegurar su normal funcionamiento; y seguirá promoviendo el flujo de crédito a los hogares y a las empresas mediante su nueva facilidad crediticia especial y la coordinación de la política prudencial con las demás autoridades financieras.
Todas estas acciones están orientadas a apoyar la estabilidad macroeconómica y financiera, el crecimiento económico y el empleo.
Presidente del Banco Central de Costa Rica.