FIRMAS PRESS. El papa Francisco armó cierto revuelo. Todo lo que tiene que ver con el sexo y la Iglesia católica le interesa a mucha gente. El titular que más se ha visto afirma que el argentino “apoya las uniones civiles entre homosexuales”.
En realidad, el respaldo que brinda el Sumo Pontífice es muy limitado. Su solidaridad se limita a las “uniones civiles”. Tiene que ver con las herencias y con los seguros médicos.
Hay sitios donde las parejas del mismo sexo, aunque lleven juntos 20 o 30 años, no tienen derecho a heredar o a recibir los beneficios conyugales habituales. “Es más de lo mismo”, me dijo un periodista que suele estar atento a las noticias que vienen del Vaticano.
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El papa Francisco estrenó el pasado 7 de octubre un papamovil que le regaló la Conferencia Episcopal de Japón, es un Toyota Mirai impulsado por hidrógeno (Cortesía Toyota/Getty Images for Toyota)
Ni por asomo el papa defiende, como debiera, la procreación por inseminación o la adopción por parte de parejas del mismo género, pese a saberse que el homosexualismo no se transmite por vía de la imitación de los padres, de acuerdo con un estudio publicado por la prestigiosa American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (AACAP), compuesta por unos 8.700 psiquiatras.
El estudio afirma claramente: “Es la calidad de la relación padres-hijos y no la orientación sexual de los padres lo que surte efecto en el desarrollo del niño. Contrario a la creencia popular, los niños de padres lesbianas, homosexuales o transgéneros no tienden a ser más homosexuales que los niños con padres heterosexuales”.
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Posición conservadora. El papa no puede sustraerse a este tema. Es central dentro de la institución que encabeza. Hay cierto sector dentro del catolicismo que le reclama el fin del celibato o que plantea un papel más destacado para las mujeres.
¿Por qué las mujeres no pueden ser obispas o incluso papas o papisas? Si en la diócesis de Estocolmo los cristianos suecos de origen luterano pudieron elegir a Eva Brunne, una obispa lesbiana, casada con otra señora, ¿por qué el catolicismo se mantiene en una posición tan conservadora?
El catolicismo padece un doble problema. Por una parte, es machista y, por otro, anti-LGTB. En el fondo, no acaba de admitir que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres.
Asimismo, las lesbianas, los gais, los transexuales y los bisexuales no deciden libremente por quiénes son atraídos; es algo que viene incrustado en su propia naturaleza, como ser zurdo o pelirrojo.
Ese rasgo no puede o debe ser eliminado por medio de tratamientos psicológicos, y mucho menos por métodos más crueles, como hicieron los nazis o los castristas durante muchos años.
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Refugiados en la discriminación. Por otra parte, está el número altísimo de homosexuales que se refugian en una organización que excluye a las mujeres de su seno o les concede un papel muy subalterno.
De acuerdo con el periodista francés Frédéric Martel, en su libro In the Closet of the Vatican, el 80 % de los clérigos que rodean al papa en esa pequeña ciudad son homosexuales, lo que le lleva a afirmar que “ni el distrito Castro en San Francisco tiene tantos homosexuales” (Martel, por cierto, no tiene nada de homófobo, dado que es abiertamente gay).
Martel no afirma que el porcentaje de homosexuales entre los curas y obispos alcance el 80 %, se refiere a los que viven en el Vaticano. Sin embargo, sugiere que Benedicto XVI, magnífico teólogo, el predecesor del papa Francisco, lo era.
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Vigevano, Italy - 21 April, 2007: Pope Joseph Benedict XVI presides over an open-air mass in Piazza Ducale, The Pontiff is visiting the northern Italian town of Vigevano. (Ferraro Mimmo)
Tal vez, pero nunca se sabrá, eso estuvo en su inesperada renuncia al papado en el 2013. Según esta conjetura, sabía que tenía que enfrentarse al grave problema del homosexualismo dentro de la Iglesia y, como era una persona seria, prefirió excluirse y renunciar. Le dejó a Francisco esa tarea.
Carlos Alberto Montaner es periodista y escritor. Su libro más reciente es Sin ir más lejos (Memorias).