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El gobierno debe redoblar esfuerzos por racionalizar el gasto. (Roberto Carlos Sanchez/Cortesía Presidencia)
Las reglas fiscales son nefastas para los políticos. No los dejan gastar a su antojo. De ahí que los políticos, usualmente, aboguen por eliminarlas o modificarlas.
Hay que entender que la regla fiscal se impuso en Costa Rica para limitar los abusos de políticos de varios gobiernos anteriores, que se dedicaron a gastar sin control y a pasar la boleta de pago a las generaciones futuras, por medio de una deuda cada vez más grande.
Es cierto que es una camisa de fuerza, incómoda. Pero sin ella el país habría seguido en la fiesta, hasta algún punto donde nadie quisiera prestarnos más. De hecho, el país prácticamente llegó a ese momento y, de no haber sido por la regla fiscal, junto con otras medidas para bajar gastos y subir ingresos, nadie le estaría prestando dinero al gobierno.
Ahora, si bien la situación fiscal no es tan crítica como hace unos años, no se puede decir que el país saneó completamente sus finanzas públicas. Aún queda camino por recorrer.
Aun así, el gobierno solicitó a la Asamblea que modifique la regla fiscal para que sea menos restrictiva y poder gastar más. La justificación es que no hay suficiente dinero para atender emergencias, mejorar la seguridad ciudadana, ayudar a los más pobres o aumentar la inversión en infraestructura, entre otros.
Puede ser que a la regla fiscal haya que hacerle algunos cambios. El mismo Fondo Monetario Internacional dice que es susceptible de mejoras técnicas. Pero, a la vez, advierte que se debe mantener la amplia cobertura y el rol esencial en reducir la deuda pública.
De ahí que la propuesta de eliminar la inversión y el gasto en intereses del cálculo del límite al gasto total en la regla no sea buena idea. Si así fuera, el límite al gasto corriente sería mucho más alto y quitaría la importante restricción a los políticos para seguir gastando.
Antes de hacer esos cambios a la regla fiscal, y con ello perder la senda hacia la sostenibilidad de la deuda pública, el gobierno debe redoblar sus esfuerzos por racionalizar el gasto, definir mejor en qué debe gastar más y en qué debe gastar menos.
Aún falta avanzar en las reformas institucionales de las que tanto se habla, como en el MOPT y sus adscritas, o las del sector de la vivienda. También se debe buscar que la economía crezca mucho más rápido y que mejore la recaudación de impuestos.
El autor es economista.