No hay todavía estudios que, con información precisa, nos expliquen los resultados del pasado domingo. ¿Cómo entenderlos? Mientras esperamos la evidencia, quisiera adelantar un par de hipótesis, a sabiendas de que pueden ser descartadas cuando tengamos datos duros.
Hay que reconocer que los resultados electorales fueron sorpresivos. Votó más gente en la segunda ronda que en la primera, cosa que muy rara vez ocurre en el mundo, y menos en un domingo de Semana Santa. Por otra parte, la contundencia de la victoria de Carlos Alvarado asombra: en una carrera entre dos, veinte puntos porcentuales son un océano de distancia.
Diez días antes de las elecciones, la encuesta del CIEP-UCR, que estimó correctamente el nivel de participación electoral, indicaba que, a ese momento, la contienda estaba empatada. En la última semana hubo, pues, desplazamientos masivos en la preferencia electoral a favor del ganador.
He leído artículos planteando que estas elecciones fueron un enfrentamiento entre una visión republicana-liberal (Carlos) y una del conservadurismo moral (Fabricio). Ello es solo parte de la historia. Quizá fue así para un amplio segmento del electorado, especialmente los jóvenes y las clases medias urbanas, que sintieron amenazadas la democracia y los derechos humanos por el fundamentalismo.
Para otros, la historia fue diferente. Entre el pueblo llano y personas católicas, hipotetizo que la defensa de la tradición fue un factor decisivo. Me explico: tuvieron evidencia de que en el movimiento de Fabricio había influyentes personajes que renegaban de un símbolo de identidad nacional como la Virgen de los Ángeles. Sintieron que se incubaba un ataque solapado y, ante la disyuntiva entre apoyar la tradición o subvertirla, escogieron lo primero.
Las promesas del PRN de respeto a los derechos humanos y la libertad religiosa fueron insuficientes y le abrieron una sangría que no logró taponear. Cientos de miles de personas debieron haber migrado sus votos en los últimos días.
Los intentos de contraofensiva de Fabricio con la narrativa de las manos limpias, el desastre de gobierno y, en algunos círculos, el peligro del comunismo del PAC, no prendieron. En la semana decisiva, muchos oscilantes cerraron filas alrededor de la tradición.
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Si estas hipótesis tuvieran alguna verdad, en estas elecciones hubo un extraño maridaje entre progresismo y tradicionalismo que favoreció a Carlos.
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