La caída reciente de la natalidad en nuestro país ha empezado a captar la atención, aunque con un enfoque negativo. Es comprensible, ya que esta tendencia podría amenazar el estado de bienestar que hemos construido desde la década de los cuarenta del siglo pasado, basado en transferencias intergeneracionales: una gran población joven y en crecimiento sostiene a una pequeña población de personas mayores.
El reto, aunque muy real, no se manifestará de inmediato; pasarán varias décadas antes de que sus consecuencias se materialicen.
En contraste, existen efectos positivos e inmediatos de la baja natalidad que no suelen comentarse. A continuación, destaco tres de ellos.
Empoderamiento de las mujeres jóvenes
La drástica caída reciente de la natalidad es, en gran parte, un cambio impulsado por la población juvenil. Según el Estado de la Nación, mientras la fecundidad de las mujeres de 35 años o más se ha mantenido constante en la última década, la tasa de fecundidad entre las menores de 25 años se ha reducido a casi la mitad.
Este notable descenso en el embarazo adolescente es digno de mención: los datos del censo muestran que la proporción de muchachas que ya son madres a los 19 años cayó del 22 % al 11 % entre 2011 y 2022.
Esta tendencia indica que miles de jóvenes, en su mayoría provenientes de hogares de bajos ingresos, están priorizando su educación y desarrollo personal, alejándose de la trampa de la maternidad temprana.
Esto les abrirá las puertas a mayores oportunidades laborales y educativas, aumentando las posibilidades de romper el círculo vicioso de la pobreza.

Potencial de mejora del capital humano
La disminución de la población de niños y adolescentes es una oportunidad de oro para que el Estado mejore la calidad de los servicios dirigidos a ellos.
Costa Rica podría elevar así su capital humano de manera significativa. El Ministerio de Educación Pública (MEP) podría ofrecer una educación de mejor calidad mediante, por ejemplo, la reducción del número de alumnos por maestro; el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) podría proteger más eficazmente los derechos de los niños y adolescentes; y el Hospital Nacional de Niños podría brindar atención médica superior, todo sin necesidad de aumentar los presupuestos.
Las previsiones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) indican que la población menor de 18 años cayó un 21 % en el primer cuarto de este siglo (de 1,5 a 1,2 millones), lo cual ha aliviado considerablemente la carga de las instituciones mencionadas.
Para ponerlo en perspectiva, en el último cuarto del siglo pasado experimentamos un aumento del 58 % (de 900.000 a 1,5 millones). Además, se prevé una caída adicional del 36 % en el segundo cuarto del siglo XXI, es decir, solo 770.000 niños y adolescentes para el 2050.
Prolongación del bono demográfico
Por último, la caída de la natalidad ha ampliado el período durante el cual Costa Rica disfrutará del bono demográfico.
El bono se refiere a la mejora en las condiciones de vida que resulta del crecimiento más rápido de la población productiva en comparación con la población dependiente.
Los pronósticos anteriores indicaban que el bono se extinguiría alrededor de 2026. Sin embargo, con las nuevas proyecciones, la reducción en la natalidad amplía la duración del bono demográfico hasta el 2038.
En suma, aunque la caída de la natalidad nacional presenta enormes desafíos, también abre la puerta a oportunidades y transformaciones positivas.
Es fundamental que, en lugar de centrarnos únicamente en los riesgos, trabajemos de manera proactiva en maximizar los beneficios que surgen de esta nueva realidad demográfica y que, además, son más inmediatos.
Es preocupante que estemos dejando pasar esta oportunidad. Por ejemplo, ¿está el MEP, en su ruta secreta de mejora de la educación, aprovechando esta coyuntura demográfica favorable?
lrosero@mac.com
Luis Rosero Bixby es el demógrafo más destacado de Costa Rica. Fue el impulsor de la Ley de Paternidad Responsable, de efecto positivo inmediato en la sociedad, pues después de la aprobación bajó la tasa de natalidad y el número de nacimientos sin registro de un padre.
Rosero también es el descubridor de la zona azul costarricense, Nicoya, objeto de numerosos estudios a escala mundial que han ayudado a entender las causas de la longevidad con calidad de vida.