Cuando a un trabajador le ofrecen un cargo fuera de su país, lo primero que pregunta es: ¿Cuánto pagan? Si la suma es tentadora, procede a informarse sobre el potencial empleador, la naturaleza del cargo y el costo de vida (alquiler de vivienda, educación de sus hijos, alimentación, servicios médicos, luz, impuestos, etc.) en la ciudad donde tendría que residir.
Ese elemental ejercicio le permite concluir, quizá con sorpresa, que un salario mensual de $2.500 en, por ejemplo, Ciudad de Panamá, quizá compre más que uno de $5.000 en Estocolmo.
Con esa información, con la relativa al costo afectivo del desarraigo familiar y teniendo en cuenta su desarrollo profesional, así como la ganancia (o sacrificio) cultural que ofrece la nueva ciudad de residencia, decide si acepta o rechaza la oferta. (Procede señalar que el costo de vida de un país también está condicionado por el tipo de cambio, el cual —a corto plazo, al menos— podría ser manipulado por las autoridades y ello debe ser debidamente considerado si el nombramiento fuera a largo plazo).
Sorpresas. Al analizar la jerarquía de los países según el tamaño de sus economías (medido por el producto interno bruto, PIB) uno se encuentra con similares sorpresas. En efecto, según datos del Fondo Monetario Internacional, en el 2017 la primera economía del mundo fue la de los Estados Unidos (representó un 25 % del total). Le siguió la Unión Europea, con un 23 %, y en tercer lugar se ubicó China, con un 16 %. (El dato de la UE incluye al Reino Unido, por lo que después del brexit su posición relativa ha de bajar).
Sin embargo, dado que el costo de vida suele variar de un país a otro, si los valores del PIB se ajustan conforme a ellos, se obtiene otro indicador, denominado “PIB sobre la base de la paridad de poder de compra”, o PIB-PPC, que es precisamente lo que el trabajador de nuestro ejemplo trató de deducir cuando le ofrecieron el trabajito afuera.
El FMI también calculó y mostró la jerarquía de las economías del mundo en el 2017 según PIB-PPC: el primer lugar lo ocupó China (18 %), a la que le siguió la Unión Europea (16 %). Los Estados Unidos descendieron al tercer puesto (15 %).
El criterio de ingreso ajustado por PPC, que también se utiliza en las comparaciones de pobreza entre los países, mejoró la posición de China, pues su costo de vida es bajo en relación con el de otros países. ¿Y cómo anda Costa Rica en este sentido?
Nuestra realidad. Según el criterio PIB, sin el ajuste descrito, la economía costarricense ocupó el lugar 79 entre los países del mundo, lo que confirma que somos una economía pequeña. Sin embargo, al utilizar el criterio PIB-PPC su posición desciende a la 91; o sea, tenemos mucho menor poder de compra relativo al de otras naciones. Eso quiere decir, ni más ni menos, que somos un país caro.
Al compararnos con Panamá y México, observamos lo siguiente: Panamá, que en los últimos años ha tenido una tasa de crecimiento económico superior a la de Costa Rica, nos sobrepasó en términos del PIB (ocupa la posición 78, una por delante de Costa Rica), pero en PIB-PPC nos lleva más ventaja aún, pues está en el lugar 83, mientras que nosotros ocupamos el 91.
Eso indica que en promedio su costo de sus bienes y servicios es más bajo que el nuestro. Y si analizamos el caso de México –que pasó del lugar 15 PIB sin ajustar, al 11 en PIB-PPC– la conclusión es que en la tierra que fue de Juan Charrasqueado el costo de vida es significativamente menor que en la Suiza centroamericana.
UNA: El IVA es necesario, pero aumentará la desigualdad y es insuficiente ante el déficit fiscal
Obvio que lo anterior afecta directamente el bienestar de las familias ticas, pero también impacta negativamente el turismo receptivo, porque no invita a los extranjeros a venir a un lugar donde todo cuesta más que en otros de igual belleza, amabilidad de la gente y seguridad de las personas. Y no es de extrañar que si una semana de paseo por el Rin resultara (boleto aéreo promocional incluido) más barata que una por los alrededores del volcán Arenal, mucha gente opte por tomar un vuelo directo a Alemania.
Una mala política de precios (por altos impuestos, falta de competencia, pobre infraestructura, exceso de trámites, tipo de cambio desalineado, o lo que sea) puede acabar con la gallina de los huevos de oro que hoy constituye el sector turismo.
Y, ahora, ¿quién podrá ayudarnos a aumentar el poder de compra de nuestros ingresos? De momento, pienso que solo el Chapulín Colorado.
El autor es economista.