
Tres esferas de piedra del Diquís son sometidas a una restauración que busca preservarlas durante varios siglos más. No se trata de cualquier tipo de esfera, estas tres son únicas en su composición, por los materiales y minerales que contienen.
Estas piezas precolombinas están talladas en piedra caliza conglomerada, una composición poco común entre las esferas del Diquís.
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“La piedra caliza es sedimentaria, esto quiere decir que se formó a partir de sedimentos y clastos (fragmentos de rocas o minerales) compactados y cristalizados. En ellas se puede observar claramente algunas conchas fósiles y un color claro producto de la gran cantidad de calcio que compone la piedra y que es lo que provoca que sea una piedra más suave que las ígneas, que es el tipo de roca con el que están elaboradas la mayor cantidad de esferas”, explicó Leifer Castro Salazar, restaurador del Museo Nacional de Costa Rica (MNCR).
De acuerdo con el Museo, la elección de este tipo de material, poco frecuente en la zona y además complejo de trabajar, sugiere que las personas que las elaboraron realizaban una selección deliberada y precisa de materiales, lo que amplía el conocimiento sobre sus habilidades y decisiones tecnológicas.

Esta restauración es realizada por especialistas del MNCR y la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.
Los estudios de este equipo binacional han permitido reconocer que la piedra es una estructura sólida formada por depósitos de calcio, con fragmentos de roca, conchas, caracoles y minerales de tonalidad blanquecina, lo que les da una textura y aspecto distintivos.
Estas esferas son originarias del sitio arqueológico Finca 4, en Palmar Sur, y estuvieron expuestas cerca de la carretera en una comunidad cercana. Luego fueron trasladadas al Sitio Museo Finca 6 para su restauración.
La vulnerabilidad de la roca caliza y los efectos de las condiciones ambientales provocaron que las esculturas sufrieran alteraciones como erosión hídrica, concreciones, pérdida de material, presencia de microorganismos, fisuras y debilitamiento.
¿Cómo se restaura una esfera de piedra?

Los especialistas aplicaron una serie de tratamientos. Primero se hizo una limpieza mecánica en seco y en húmedo, y luego se procedió con la eliminación de microorganismos, la aplicación de bactericidas suaves y la consolidación con morteros elaborados con cal y cargas de minerales compatibles con la piedra original.
Además, se realizaron pequeñas reintegraciones de color con pigmentos naturales, que permiten devolverle a las piezas su forma original.
“Debido a procesos de erosión, la piedra perdió materiales a lo largo del tiempo, es por eso colocamos una capa de morteros, que cumple con el criterio de reversibilidad en la conservación y restauración; esto significa que no van a provocar daños en la piedra original, incluso, si en algún momento tuviésemos que retirarla, el material permitiría que fuese así, sin causar daños en la esfera”, explicó Castro.

Mónica Pinillos Balboa, del ENCRyM, quien estuvo a cargo de la elaboración de pruebas para la intervención, explicó que “se están utilizando materiales compatibles, reversibles y retratables, es decir, estamos tratando de utilizar materiales que sean casi del mismo origen de la que está compuesta la piedra. En el caso específico de estas esferas, estamos utilizando morteros de cal con cargas de polvo de piedra caliza. Antes de colocarlas sobre las esferas, se realizaron algunas pruebas para determinar como reaccionaban a los procesos de humedad y temperatura propios de la zona sur Costa Rica”.
La intervención también incluyó el registro detallado del estado de conservación de cada escultura, con documentación fotográfica, diagnósticos técnicos y una ficha de alteraciones.
Además, se construyeron nuevas bases con materiales constructivos que permiten un soporte estable y seguro para las esferas, ubicándolas bajo un alero techado que mejora sus condiciones de exposición y protección.

La zona donde se trabajan la esferas cuenta con monitoreo de temperatura y humedad, como parte de una estrategia de conservación preventiva a largo plazo.
