Los trastornos alimentarios también tienen cara de hombre, y de hombre mayor de 30 años. Es un fenómeno cada vez es más común en Costa Rica.
Datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) señalan que, entre 2019 y 2024, las consultas externas por anorexia y bulimia en población masculina de 30 años o más aumentaron un 38,79%, al pasar de 232 a 322. Ya para el año pasado representaron una de cada tres consultas (32,17%) realizadas por esas causas en estos grupos etarios.
Las hospitalizaciones también han presentado un incremento. Durante 2024, la CCSS hospitalizó a 25 personas por estos dos trastornos; 12 (48%) eran hombres.
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Estas cifras no contemplan dos escenarios, muchas veces ocultos. El primero es quien busca ayuda en centros médicos privados. El segundo incluye a quienes todavía no han buscado atención. Muchos de ellos ni se percatan de que tienen un problema.
“Hace unos años se pensaba que era un hombre por cada nueve mujeres, ahora son cuatro hombres por seis mujeres, cada mitad y mitad”, apuntó Rosanna Mauro Gómez, nutricionista especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
Según la especialista, al género masculino se le asocia más con dos tipos de trastornos. Uno de ellos es la vigorexia, que consiste en la obsesión por un cuerpo fuerte, marcado y musculoso (para lo cual no solo se recurre a alimentación y ejercicios, sino también a suplementos e incluso inyecciones).
El otro es un trastorno por atracón en el cual no solo hay exceso en comida; también ocurre con bebidas alcohólicas. Esto se ve agravado porque hay una normalización de conductas de hombres que, en una noche de fiesta, comen y beben en exceso.
Todo esto tiene consecuencias serias para la salud que pueden ir desde cambios en el peso, obesidad, mayor riesgo de diabetes e hipertensión y vulnerabilidad a problemas cardiacos.
Sin embargo, lo anterior no excluye que la población masculina sea víctima de otro tipo de trastornos más restrictivos como la anorexia (en donde más bien se privan de los alimentos lo más posible).
En cualquiera de los casos, buscar ayuda es más difícil para esta población en comparación con las mujeres.
“Los hombres también son una población muy desatendida porque hay un estigma de que si un hombre tiene un TCA es de la población LGBTIQ+, cuando puede ocurrir en cualquier hombre, como cualquier hombre tiene depresión o ansiedad. Esto los lleva a no buscar tanto ayuda, y cuando la buscan ya es más serio y cuesta más recuperarse”, precisó Mauro.
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¿Por qué más hombres presentan trastornos alimentarios?

En esta situación se unen bastantes factores. La psicóloga Marcela León Madrigal, que también es investigadora en la Universidad de Costa Rica (UCR), enumeró varios puntos.
Por un lado, hay quienes ahora se animan a buscar más ayuda. Por otro, están enfrentando presiones que antes no enfrentaban. Antes las canas eran un símbolo atractivo, ahora muchos no lo ven así.
“Durante años, los caballeros no estaban en tanta competencia. Ahora los vemos en competencia si pasaron por un divorcio y buscan otra pareja, o si quieren un nuevo puesto laboral. La juventud y el verse bien ahora tienen una nueva dimensión”, precisó.
Más allá de la comida

Como parte de su trabajo como psicóloga, León brinda consulta a una clínica estética. Cuando los cirujanos plásticos notan que un cliente reincide mucho en tratamientos, llaman a la especialista para conversar con el paciente y pedirle sus recomendaciones.
Relató que hace poco estuvo con un hombre de 38 años que quería una liposucción, pero además quería implantes y arreglarse la “papada”. Cuando se puso a indagar las razones, él le contó que había tenido una novia durante dos años, pero ella lo dejó por un hombre más joven.
Conforme fue hablando, le contó que también estaba haciendo ayuno, pero en su caso solo hacía una comida diaria muy limitada y había decidido (sin orientación previa) hacerse vegetariano.
“Se le enviaron exámenes de sangre, orina, heces y hormonas y ahí se vio que había desbalances. Se le recomendó no someterse a cirugías al menos por un año para que ya hubiera normalizado sus niveles. No le gustó, pero es lo que debíamos hacer”, destacó.
Para Mauro, este tipo de comportamientos también hace que los hombres se sientan más juzgados si buscan ayuda.
“Hombres, no se preocupen. Los profesionales no van a ser señalarlos por su género; sepan que no solo las mujeres lo sufren. Sepan que esto tiene tratamiento y que puede superarse”, aseveró la nutricionista.
