Una presidenta que salió sin avisar, un aparato de seguridad que no se dio cuenta del viaje, dos funcionarios de confianza presidencial que se reunieron con un empresario sin verificar identidades.
Esas fallas en el protocolo de seguridad detonaron el escándalo en la Presidencia de la República.
En primer lugar, porque el hasta anoche jefe de la Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional, Mauricio Boraschi, no fue informado de ninguna de las dos ocasiones en que Laura Chinchilla utilizó el jet facilitado por una compañía vinculada a un empresario colombiano que fue cuestionado en el pasado en su país por supuestos vínculos con un narcotraficante.
Para el propio Boraschi resulta “increíble” que a ellos, como encargados de la seguridad presidencial, nunca les pidiera el aval para usar la aeronave. Así lo expresó ayer en la mañana a ADN Radio 90.7.
“Ahí operó lo que acontece en situaciones de premura: el exceso de confianza. Si yo hubiera sabido primero del viaje en ese avión, habría impedido el vuelo”, manifestó.
En el criterio de Paul Chaves, experto en temas de seguridad, la presidenta hizo un viaje “como si saliera por la puerta de atrás”.
“El señor Boraschi no tiene oportunidad de decirle nada (a la presidenta) porque no está enterado (del viaje). Se supone que él tiene que coordinar con la seguridad del país visitante.
”La presidenta se expuso a riesgos innecesarios. La violación del protocolo de seguridad fue una cuestión de ella (de Chinchilla). ¿Cómo es que el jefe de la seguridad presidencial no se entera para dónde va ni con quién?”, cuestionó.
Chaves tampoco encuentra respuesta al hecho de que dos colaboradores de la presidenta (el hoy exministro de Comunicación, Francisco Chacón, así como la hasta anoche asistente de la mandataria, Irene Pacheco) se reunieron con un empresario que no presentó un documento fidedigno de identidad.
Al exministro, el colombiano entregó una tarjeta de presentación a nombre de Gabriel O’Falan. El nombre real resultó ser Gabriel Morales Fallón, de 46 años.
Un paso adelante. El criminólogo y también experto en temas de seguridad Gerardo Castaing considera que era obligación del aparato de inteligencia estar pendiente de los movimientos de la mandataria.
“No hay justificación; es un error (de la DIS). Si no hay una comunicación entre el Gobierno y la DIS, que es la inteligencia del presidente, estamos en una situación gravísima”, enfatizó.
Para Castaing, hubo “confort” en las diligencias llevadas a cabo por los miembros del protocolo.
“El exministro dice que para ese viaje le presentaron al señor (Gabriel Morales) y que este le dio una tarjeta (de presentación) falsa, pero ya habían viajado antes (la presidenta fue en ese avión al funeral de Hugo Chávez el 8 de marzo).
“De una forma inocente llegaron y le dijeron a los miembros de protocolo: ¡tenemos un jet !, y todo el mundo tranquilo”, enfatizó.
Paul Chaves y Castaing coinciden en que la presidenta corrió un grave riesgo al viajar en una aeronave sospechosa.