Paola Coto, de 21 años, tiene más de un mes sin ingresar a su cuenta de Facebook. No es que le disguste utilizar la red social, todo lo contrario: es una usuaria asidua.
Tampoco es por falta de acceso a una computadora o a una conexión de Internet.
La estudiante universitaria suspendió el uso de Facebook durante la Cuaresma como un ejercicio de abstinencia.
“La penitencia y el ayuno tienen que ser cosas que a una le nacen y que representen un reto. Cada vez que tengo ganas de entrar a mí cuenta en Facebook, reflexiono sobre las cosas verdaderamente importantes”, relató Coto.
“Ese tiempo que gastaba en la red social, ahora lo dedico a cosas que me hagan crecer, por ejemplo, la oración y ratos de calidad con mi familia y mis amigos”, agregó la universitaria.
Un sacrificio similar realizó, el sábado anterior, un grupo de jóvenes de la pastoral juvenil de Betania, en Montes de Oca.
Estos muchachos ayunaron a la hora del almuerzo y compartieron sus alimentos con familias de escasos recursos.
“Nuestro objetivo era vivir la Cuaresma como debe ser y no solo ayunar, sino dirigirnos hacia los demás. Para mí, fue una oportunidad para dejar el egoísmo para ponerme en los zapatos de los demás”, aseguró Daniel Moya, de 20 años.
El ayuno consiste en comer una única comida durante el día, con algunos tentempiés y aplica el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo para las personas de 18 a 59 años.
Mientras tanto, la abstinencia obligatoria prohíbe el consumo de carnes de la tierra como res o cerdo los viernes de Cuaresma, y es obligatorio para los católicos a partir de los 14 años.
Según el director de la Comisión Nacional de Liturgia, el padre Manuel Rojas, estas prácticas tienen tres objetivos.
El primero es acentuar la conciencia de que somos seres necesitados; el segundo es abrir un espacio para ser solidarios; y el tercero es ejercitar la obediencia a Dios.
“El ayuno y la abstinencia deberían tener las tres dimensiones. Si falta una, mi ayuno no es tan pleno. La Iglesia pide ayunar de ciertos alimentos como la puerta de inicio, pero cada quien debe ver de qué se priva para vivir esas dimensiones”, aseguró el sacerdote.
Para algunos jóvenes consultados, la mejor forma de hacer abstinencia es dejando de usar su reproductores de música o celulares.
Para otros, más b ien implica dejar a un lado los chicles o la comida chatarra.
Sin embargo, el padre Rojas reiteró que lo más importante es mantener la dimensión social.
“Algunos dejan de comer carne y la sustituyen con mariscos y terminan gastando más. La idea no es esa, es privarme de algo y con lo que me ahorro, ayudar a una persona necesitada”, indicó.