Cuando el sol del domingo apenas asomaba sus primeros rayos sobre Paraíso de Cartago, ya Patricia Madrigal y sus hijas estaban listas para salir en romería hacia Ujarrás.
Desde las 7 a. m., familias enteras iban preparadas con almuerzos y oraciones para celebrar la fiesta religiosa en honor a la Virgen.
En una caminata de casi cuatro horas, los altares con flores y globos frente a las casas decoraron la procesión que llevaba la imagen de la primera patrona de Costa Rica: la Virgen de Ujarrás.
Entre las montañas que observan las ruinas del templo, detonó la pólvora, y el canto de un coro anunciaba el inicio de la misa, que presidió monseñor Francisco Ulloa.
En la homilía, el obispo instó a los fieles a hacer a un lado las preocupaciones para vivir “en paz con los demás, aceptando el perdón y con la alegría que da la fe”.
Entre tanta familia reunida alrededor de las ruinas, la Virgen de Ujarrás pintó el retrato de una tradición de fe, que saca de las casas a los vecinos de Cartago.
“Es algo que no nos podemos perder. Y es que, para nosotros, esta actividad es un espacio de paz para compartir y celebrar que Dios nos tiene con salud”, manifestó Elizabeth Brenes, una vecina de Dulce Nombre.
Entre los lugareños también surgen los relatos de milagros de la Virgen de Ujarrás, como el caso del popular “indio de Paraíso”.
‘El indio’. Con un traje pintado a mano, su lanza y una pluma en la cabeza, Hubert Barquero, conocido como “el indio de Paraíso”, escolta a la Virgen desde hace 35 años, cuando “ella me hizo un cambio en la vida”, dice este hombre de 72 años.
“Yo andaba en las calles, estaba consumido en el alcohol y las drogas, y vivía de mendigar, pero, hace 35 años, yo oré con el corazón y la Virgencita de Ujarrás cambió mi vida. Desde entonces soy fiel servidor en todas las procesiones”, agrega Barquero.
Luego de la misa, picadillos y gallos de salchichón iban y venían sobre los manteles de las familias que llegaron a disfrutar del domingo, frente a las ruinas del templo de Ujarrás, construido en 1638.
“Esto está precioso. Es increíble la cantidad de gente que hay, y qué bonito es ver tanta familia reunida, compartiendo el almuerzo. Estas tradiciones tan valiosas no se deben perder”, comentó Luis Brenes, vecino de Cartago.
Durante el almuerzo, cinco grupos musicales acompañaron a las familias con música de alabanza.
“Esta actividad es una muestra de la fe y el fervor hacia la Virgen María. Es una oportunidad para abrir el corazón a Dios”, dijo monseñor Ulloa.
A las 3 p. m., con el sol oculto entre las nubes, los fieles acompañaron a la Virgen de Ujarrás en su regreso al templo de Paraíso, en un recorrido en el que quedan olvidados el calor, el cansancio y el sueño.
