
La alta contaminación de los ríos de la provincia de Heredia impide utilizar sus aguas para cultivos y consumo humano.
Esto provoca mayor presión sobre las fuentes subterráneas, pues de ahí se extrae el 70% del líquido que beben unos 400.000 heredianos; además, de esa fuente se toma agua para la agricultura.
El peligro es agotar esos manantiales y que futuras generaciones se queden sin el líquido.
El Laboratorio de Análisis Ambiental de la Universidad Nacional (UNA) presentó ayer un estudio en el cual se revela que materia fecal y aguas utilizadas en oficios domésticos (para lavar ropa, limpiar y bañarse) caen a los afluentes sin recibir ningún tratamiento previo.
Esto aumenta la polución en ríos como el Bermúdez, de 9,2 kilómetros (km) de longitud y que recorre varios cantones.
Este afluente se forma de la unión de los ríos Burío (8,5 km) y Quebrada Seca (7,4 km).
José Félix Rojas, del Laboratorio de la UNA, comentó que “hay que mejorar la calidad de los ríos debido al agotamiento de las fuentes subterráneas”.
“Conforme el río baja, recibe más descargas, al punto que, en la parte baja, la contaminación es muy severa”, apuntó Rojas.
Esas aguas tampoco deben usarse para cultivos.
No obstante, Rojas señaló que durante la investigación descubrieron a un agricultor que utiliza agua del afluente para su producción de tomates.
El estudio no incluyó una revisión microbiológica para así saber si los ríos tienen metales pesados.
Por ello, es incierto si las hortalizas y legumbres quedan limpias de contaminantes al lavarlas bien.
Por otra parte, Rojas advirtió sobre el hecho de que esa contaminación también podría alcanzar las fuentes subterráneas.
En el caso de Heredia, se encuentra el acuífero Barva, del que también se abastecen unas 100.000 personas, vecinas de San José.
“Hay sectores donde la contaminación es severa”, aseguró el especialista de la UNA.
Finalmente, el agua contaminada acaba en el oceáno Pacífico.