Por años, cinco cantones de la península de Nicoya, Guanacaste, han destacado en el mapa mundial por ser zona azul de longevidad. Investigaciones a inicios de la década del 2000 señalaron que en Carrillo, Santa Cruz, Nicoya, Hojancha y Nandayure no solo es más fácil hallar personas mayores de 80 años, sino que sus condiciones de salud y de lucidez mental corresponden a las de individuos hasta 30 años menores.
En los últimos años, diferentes investigadores han advertido que esto podría no ser sostenible en las próximas generaciones, pero este miércoles un informe de la Universidad de Costa Rica (UCR) ahondó más.
De acuerdo con el reporte, desarrollado por la Cátedra Envejecimiento y Sociedad de la Facultad de Medicina y por el Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo (CIOD), ambos de la UCR, las características que hicieron única a esta zona se han perdido.
“La sostenibilidad de esta longevidad está en riesgo debido a diversos cambios que han ocurrido en las últimas décadas, especialmente en la alimentación, la actividad física, la urbanización y la estructura familiar. (...) Las nuevas generaciones en la península de Nicoya están expuestas a un entorno significativamente distinto al de las cohortes centenarias actuales”, cita el informe.
Fernando Morales Martínez, decano de la Facultad de Medicina de la UCR y uno de los investigadores, ve la situación con preocupación.
“¿Es sostenible? Quisiera yo, pero no lo veo. No lo veo posible. Podría morir con estas generaciones de centenarios. Hay muchas amenazas a lo que quisiéramos prevalecer. Las nuevas generaciones no tienen la calidad de vida de quienes tienen 90, 100 años o más”, señaló.
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¿Qué llevó a Guanacaste a tener su zona azul?

Entender cómo se llegó a consolidar la Zona Azul es necesario para comprender los riesgos.
La investigación señala que, de todas las zonas azules (Okinawa en Japón; Icaria, en Grecia; Cerdeña, en Italia; Loma Linda, en Estados Unidos, y Nicoya), la de Costa Rica es la más pobre; sus habitantes apenas tienen para lo básico.
Otra particularidad es que, a diferencia de otras, la gran mayoría de las personas longevas vive en sus casas, con más familiares, y no en hogares de larga estancia.
“La última vez que estuvimos por ahí visitamos a 43 centenarios, 41 vivían en sus casas, con su familia, solo dos estaban en centros para adultos”, puntualizó Morales.
Estos son los puntos que han hecho de esta zona surgiera como punto de longevidad mundial:
1- Alimentación. Rica en frijoles y maíz, que provee fibra, proteína y energía de liberación lenta. Con frutas y verduras como papaya, mango, plátano, culantro de coyote. Consumo moderado de carnes, dado que el precio podía ser alto. El agua de la zona es rica en calcio y esto fortalece huesos.
“Esta es una dieta con un menor índice glucémico y, por consiguiente, reduce el riesgo cardiovascular y se mejora el perfil clínico de esta población. Por otra parte, esta alimentación favorece el aporte de fibra, lo cual puede permitir un mejor perfil microbiano intestinal y, en consecuencia, beneficiar la salud”, cita el reporte.
2- Actividad física. Por necesidad, debían caminar largas distancias, trabajar en oficios de cultivos que requerían fuerza. Los oficios domésticos también requerían esfuerzo físico.
“Este nivel constante de actividad física es un factor clave en la preservación de la salud cardiovascular y la funcionalidad muscular hasta edades avanzadas“, enfatiza el documento.
3- La cohesión social y las redes de apoyo familiar. No solo dentro del hogar, también con vecinos y gente de la comunidad.
4- El sentido de propósito o plan de vida. Les permite mantenerse activos y emocionalmente equilibrados, evitando el aislamiento y el estrés.
5- Espiritualidad. Según el informe, la mayoría son católicos, algunos son evangélicos; la creencia en una protección divina y la certeza de que el futuro será favorable les permite mantener una actitud optimista ante la vida.
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La zona azul nicoyana en riesgo
El informe de la UCR hizo énfasis en que la situación de salud de las personas jóvenes y adultas ya no es la misma que en las generaciones anteriores. Los investigadores hacen referencia a unas valoraciones realizadas a 120 residentes de la península, en la que había centenarios, sus hijos y nietos. Las personas más longevas mostraron mejores niveles de azúcar, colesterol y triglicéridos que su descendencia. Además, tenían menor peso y una mejor calidad y diversidad en su dieta que sus familiares.
El informe también enfatiza que “se ha observado un incremento en la prevalencia de obesidad, diabetes tipo 2 e hipertensión en menores de 50 años”.
Por otra parte, la tasa de enfermedades metabólicas en menores de 40 años ha aumentado un 35% en la última década, “lo que sugiere que la longevidad de la población podría verse comprometida en el futuro si estas tendencias no se revierten”.
“Si se mantiene esta situación, se tendrá a futuro, un incremento en los gastos en salud y, por supuesto, una pérdida en el bienestar y calidad de vida de la población”, afirmaron los investigadores.
Estos son algunos factores que han influido:
Un mayor acceso a alimentos procesados y ultraprocesados. Esto ha desplazado la dieta tradicional.
Nuevos patrones de trabajo. Los descendientes de las personas centenarias tienen trabajos más sedentarios. Hay menos tiempo para preparar alimentos.
“El entorno ha cambiado, se ve comida chatarra al alcance de la mano, ahora es la moda. Ahora ya no se mueven tanto, los trabajos y el estudio son más sedentarios, no están obligados a caminar tanto”, aseguró Morales.
Cambio climático. De acuerdo con el informe, el consumo de agua subterránea con alto contenido de calcio y magnesio podría haber contribuido a la fortaleza ósea, a una menor prevalencia de osteoporosis y fracturas en la población adulta mayor.
Sin embargo, el cambio climático podría alterar la calidad y disponibilidad de esta fuente de agua debido a sequías prolongadas, cambios en la composición mineral del agua (que reduzcan los niveles de calcio y magnesio), mayor riesgo de contaminación hídrica por inundaciones y erosión del suelo.
Además, el cambio climático podría dificultar el acceso de alimentos esenciales en la dieta nicoyana, como maíz, frijoles y frutas tropicales.
“El aumento de las temperaturas y los cambios en los regímenes de lluvia reducen la productividad de cultivos clave, lo que podría llevar a una mayor dependencia de alimentos importados y ultraprocesados”, dicen los científicos.
Para Morales, más que buscar alargar la zona azul, todas las personas, de todas las regiones del país, deben esforzarse para tener los cinco aspectos que explican el surgimiento de la longevidad.
“El principal responsable de nuestro cuerpo somos nosotros mismos”, concluyó.
