Los cierres parciales que se hacen para avanzar en el arreglo del puente sobre el río Tárcoles, en la Costanera Sur, aumentan los tiempos de viaje por esa carretera hasta en 2 horas por recorrido y golpean al comercio y turismo del Pacífico central y sur.
Los efectos de los cierres, que se comenzaron a percibir con mayor intensidad en las últimas semanas, impactan a empresarios hoteleros, tour operadores, restaurantes y pequeños negocios en general. Incluso, autobuseros de rutas regulares advierten de incrementos en sus costos operativos y reducciones de hasta 95% en sus ventas en los casos más críticos.
El puente está siendo sometido a una intervención mayor que implica el cierre de un carril durante las 24 horas, al menos en esta primera fase, por lo que el tránsito debe alternarse entre ambos sentidos, lo que causa kilométricas filas.
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Además de las quejas diarias de turistas, transportistas y trabajadores de empresas de la zona, el sector turismo asegura ser uno de los más golpeados.
Juan Carlos Chaves, presidente de la Cámara de Turismo Sostenible del Pacífico Central, dijo a La Nación que “las quejas han sido constantes” con respecto al modo en que se está trabajando en el puente.
La Cámara, dijo Chaves, es consciente de que la atención de ese paso vehicular era urgente.
“El comercio nos ha hablado de la afectación, de que existen problemas de transporte tanto para el turista como para los empleados porque sufren un período muy largo de espera en el puente”, sostuvo Chaves.
El representante del sector aseguró que pidieron a la Policía de Tránsito estar más pendientes en el sitio para optimizar los tiempos y el flujo vehicular. Esta medida parece haber dado resultado, al menos parcialmente, pues los tiempos han mejorado desde el fin de semana anterior.
Chaves agregó que también pedirán al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) prohibir la circulación de vehículos pesados por esta ruta y que solo viajen por la carretera Interamericana Sur.
Por su parte, el alcalde de Garabito, Francisco González, externó su molestia pues, desde su punto de vista, la afectación en ese y demás cantones del Pacífico central, responde principalmente a la falta de coordinación.
De acuerdo con González, a pesar de que se les anunció que los cierres en el puente finalizarían en noviembre, ahora enfrentan otras afectaciones en el tránsito debido a obras de asfaltado y estabilización de taludes.
“No están trabajando sobre un cronograma conjunto; el puente tiene un cronograma, el asfalto tiene un cronograma y ahora en Caletas viene otro cronograma.
”Entonces, nada hacemos gestionando con el puente si el asfaltado no está alineado y ahora con una tercera empresa, va a ser todavía un poco más complicado si ninguno de los tres trabajos está coordinado (...) Entonces, la afectación va a continuar, no va a mejorar en temporada alta”, dijo.
González también se quejó de incumplimientos en los anuncios hechos por la empresa a cargo de las obras; según dijo, en fines de semana como el del 15 de setiembre, cuando se anunció que el paso estaría habilitado, se aplicaron suspensiones que se tradujeron en cancelaciones en alrededor de un 50% de las reservas.
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Asegura el alcalde que en el centro del cantón ha habido despidos y reducciones de jornadas en negocios como restaurantes y que trabajadores informales han perdido sus fuentes de ingreso por la baja en la visitación de turistas.
Gonzáles criticó que no se previera la mejora de rutas alternas para aminorar el impacto, además reclamó la falta de coordinación con otras entidades como el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), para determinar acciones que ayudaran a paliar el impacto en ese sector.
Alonso Tabarez, propietario de la tienda de artesanías El Lagartico, que se localiza a unos metros del puente, aseguró que en su caso las ventas cayeron en un 95% debido a las presas.
“Se dura una hora y cuarenta minutos en las presas, entonces cuando ya abren el paso, la gente prefiere seguir derecho”, explicó.
El comerciante dijo que aunque ha habido días en los que no venden ni un solo artículo, mantienen abierto el local; afirmó que debió reducir el personal y ahora solo atienden él, su esposa y su hija, alternándose entre días y horarios.
Una situación similar enfrenta Douglas Vargas, propietario de una soda que se encuentra también a un extremo del puente y donde antes era normal ver una gran cantidad de vehículos estacionados, mientras los turistas veían los cocodrilos.
“Ha sido complicado desde el arranque de los trabajos, sabemos que es un trabajo importante que se tenía que realizar, pero nos ha afectado bastante, porque las personas después de estar hasta dos horas pegadas en la presa cuando ya logran pasar no se detienen”, explicó.
Vargas afirma que también debió reducir la jornada de los trabajadores.
Ambos empresarios aseguraron que tras algunas negociaciones con la constructora y las autoridades, lograron que se habilitara un pequeño espacio para que quienes lo deseen puedan acercarse al puente a ver cocodrilos desde una zona segura. Los dos esperan que esa medida les ayude un poco a reactivar sus negocios.
Transportistas aumentan costos operativos
El incremento de los tiempos de viaje también ha significado aumento en costos operativos de autobuseros y transportistas que utilizan la ruta.
Miguel Zamora, vocero de la empresa Tracopa, que presta servicio entre San José y varios cantones de la zona sur del país, aseguró que las rutas más largas –que usualmente tenían recorridos de 7 horas– pueden estar hoy en 9 o 10 horas de viaje.
Esa situación no solo significa un incremento en el gasto de combustible, sino tambiénen las horas de trabajo de los choferes y tiempos de recuperación de las unidades, lo que implica disponer de otros buses para cumplir los horarios.
Zamora aseguró que procuran ofrecer más servicios por el cerro de la Muerte (ruta 2), para que los usuarios cuenten con más horarios mediante esa ruta alterna.
Greivin Gutiérrez, un distribuidor de artesanías, afirmó que los recorridos que hace en camión desde San José hasta Uvita, han aumentado hasta 3 horas debido a las interrupciones en el paso por el puente.
Mejora en tránsito
De acuerdo con la Policía de Tránsito, los principales efectos negativos a ambos lados del puente se presentan los fines de semana, cuando se tarda hasta 1 hora para avanzar 4 kilómetros, si se consideran los tiempos de alternancia que se brindan entre uno y otro sentido.
José Serrano, oficial de tránsito destacado en el sitio, aseguró que como parte de las medidas para mitigar el impacto de los cierres manejan distintas dinámicas según la jornada.
Durante las mañanas se brindan 25 minutos en sentido Orotina-Jacó y 15 minutos en sentido contrario, por las tardes el flujo se invierte.
“En la mañana es porque la fuerza laboral viaja de Orotina, Puntarenas y Esparza a Jacó y eso genera más cantidad de vehículos que ingresan. Los fines de semana se hace mayor duración en la mañana porque también es más la cantidad de vehículos que ingresa hacia las playas”, dijo.
El oficial explicó que, sumado a los cierres, a diario enfrentan irrespetos a la señalización o adelantamientos en falso entre conductores que buscan saltarse los cierres. Además dijo, se colocó sarán al lado del puente para evitar que una vez que se abre el paso los automotores pasen a baja velocidad para ver los cocodrilos.
De acuerdo con el plan de manejo de tránsito, presentado por el MOPT en agosto anterior, entre aquel mes y noviembre de este año se cerrará un carril durante las 24 horas, por lo que el tránsito se debe alternar entre ambos sentidos.
Entre noviembre de este año y marzo del 2026 se volverá a habilitar el paso a dos carriles para favorecer el tránsito durante la temporada alta del turismo. Desde finales de marzo hasta que finalice la obra (aproximadamente en junio) se volverá a cerrar un carril.
El puente sobre el río Tárcoles fue calificado como de riesgo inminente, lo que significa que podría colapsar en caso de un sismo de gran magnitud.
La intervención se realiza por medio del Programa de Emergencia para la Reconstrucción Integral y Resiliente de Infraestructura (Proeri) y fue encargado a la empresa MECO por un monto de $6,7 millones.
El proyecto se realizará en cuatro fases: la primera es el mejoramiento y adecuación de bastiones. La segunda contempla el refuerzo de la estructura de las pilas, para posteriormente trabajar en el mejoramiento de suelos y protecciones contra erosión y finalmente se llevará a cabo la intervención de la superestructura y obras complementarias.
