Monumento a Sandino montado en una mula, situado en el lugar donde estuvo la estatua a Somoza cerca del Estadio Dennis Martinez. (24-08-2013). Fotografia Marcela Bertozzi (Marcela_Bertozzi)
Managua. Cuando de Costa Rica se trata, los políticos nicaragüenses cierran filas alrededor del presidente Daniel Ortega. Los conflictos con el gobierno de Laura Chinchilla constituyen un bono de unidad para “el comandante”.
Mientras su partido lo apoya a ojos cerrados, sus opositores lo acuerpan o lo justifican en temas como el reclamo por Guanacaste, con el argumento de que Ortega es “flojo de la boca”.
A Chinchilla, en tanto, la consideran una mandataria de no muy buenas relaciones con Nicaragua, que sobredimensiona lo que el mandatario sandinista suele decir y algunos hasta creen que saca provecho de ello.
Y en las calles de Nicaragua, si bien muchos aprueban las posiciones de Ortega con un “lo que el comandante diga” (no es de extrañar para un presidente con más de 66% de aprobación popular, según M&R Consultores), muchos también creen que estos roces son “publicidad” entre gobernantes que perjudican a ambas poblaciones y que urge una solución.
Es muy común que los nicaragüenses tengan alguna conexión con Costa Rica, sea por trabajo o por familiares que emigraron.
“Realmente es como publicidad para desviar la atención de los pueblos, pero son hermanos siameses. Hay muchos (nicaragüenses) allá que laboran. Es propio del gobernante, pero esas asperezas no van a llegar a nada. Los pueblos no siguen el juego”, sostiene Mario Guerrero, de 54 años, quien vende bolsas de agua a un córdoba cada una (¢20) en una intersección cercana al Mercado Oriental.
Y eso que él es simpatizante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Lo dice el eslogan de su camisa con la foto de Ortega: “Arriba los pobres del mundo”. ¿Dónde la consiguió? “A mí me la regalan”, responde.
Aunque no tenga relación con el conflicto limítrofe, quizá lo que más efecto ha tenido aquí en la población es el cierre del consulado de Costa Rica en Managua, provocado porque los vecinos de un residencial se oponen a que la sede se traslade allí, a partir de agosto.
Es un tema sensible, pues más de 160.000 nicas gestionan cada año su visa en ese consulado para viajar a nuestro territorio. Antes de ello, ni las relaciones migratorias ni las comerciales se habían visto afectadas por el conflicto.
“Deben de trabajar unidos”, dice una sandinista declarada en un barrio leal al FSLN, al norte de Managua . “Mi marido necesita ir a sellar (la visa). Él trabaja de trailero. Si sale un viaje para allá, no puede porque no hay sellos”, explica.
Los gobiernos de Ortega y Chinchilla protagonizaron en los últimos dos meses una escalada verbal por las declaraciones de Ortega sobre un eventual reclamo de Guanacaste ante La Haya, en respuesta a una acusación costarricense de que Managua ofrece mar tico a compañías petroleras, así como por el cierre del consulado.
“No lo conoce”. Consultado por La Nación sobre los roces, Jacinto Suárez, diputado del FSLN y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso nicaragüense, pidió dejar el tema en manos de la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, donde ambos Gobiernos se demandan.
Costa Rica acusa a Nicaragua de invadir isla Calero (Caribe) y Managua acusa a Zapote de dañar el río San Juan con la trocha 1856.
“Esperemos que fallen los tribunales y no sigamos hablando más de temas bilaterales que no tienen ningún interés, para nada ni para nadie ni contribuyen a nada. Que La Haya, máximo tribunal de justicia del mundo, falle una vez más y acatémoslo todos”, afirmó Suárez.
Mientras, diputados de oposición descartan que Ortega quiera utilizar la disputa con Costa Rica para desviar el malestar interno por la concesión de 100 años, a una empresa china poco conocida, para construir un canal interoceánico.
Tal es el caso de Alberto Lacayo, diputado del Partido Liberal Independiente (PLI).
“Doña Laura parece que no ha terminado de conocer a Daniel. Mordió el anzuelo y yo creo que anda marchando ahorita (en Nicoya), anda ahí en procesión con todos los guanacasteños (sic) que en un momento fueron nicaragüenses.
”Todos estos alborotos y berrinches que se arman innecesarios, creo que son parte de la xenofobia tica que se ha desatado contra el pueblo de Nicaragua, todos estos alborotos que armó con el consulado”, aseveró Lacayo.
Días atrás, el canciller tico, Enrique Castillo, afirmó que el cierre del consulado “es culpa de las declaraciones de Daniel Ortega que atizan la xenofobia de los nicaragüenses contra los ticos”.
¿Y quién saca provecho? “Daniel Ortega, definitivamente. Daniel Ortega siempre ha sido flojo de la boca, siempre ha sido zafado de la boca. Parece que doña Laura no lo conociera”, continuó el diputado liberal al tiempo que advirtió: “Los nicaragüenses vamos a cerrar filas alrededor de Nicaragua”.
Para Pedro Joaquín Chamorro Barrios, también diputado del PLI e hijo de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, quien saca provecho es Chinchilla, sobre todo por las elecciones en Costa Rica.
Chamorro cree que la alusión de Ortega a Guanacaste fue “un decir”, como cualquiera dice lo que se le ocurre: “Si nosotros tomáramos en serio todo lo que dice Daniel Ortega, aquí no podríamos dormir, pues, porque dice tantas cosas.
”Sí sale beneficiada la presidenta Chinchilla o el partido (político) porque es un caso popular. Dicen: ‘En Nicaragua quieren nuevamente recuperar Guanacaste y Daniel Ortega está amenazando’, la cosa se infla a un nivel realmente de locura, de absurdo”, dijo Chamorro.
Pero la Cancillería tica sigue atentamente las acciones del gobierno sandinista. Da seguimiento a sus concesiones petroleras, a las declaraciones de Ortega y a las compras de armamento.
Moderación. Para el excanciller nica Norman Caldera (2002-2007), este lío no beneficia a nadie. Añadió que la prensa juega un rol muy negativo en ambos países y que los dos Gobiernos deberían llamar la atención a dos funcionarios.
“No voy a mencionar nombres, pero hay un par de personas. Desafortunadamente, los niveles de los dos son bastante altos. Los presidentes deben decirles que moderen sus intervenciones”, sostiene.
Verónica Flores, profesora de Informática de una escuela de Managua, lo ve así: “Yo creo que, como cristiana, como hermanos no debería de existir una rivalidad, ni por un partido. La decisión, desgraciadamente, está en manos de gobernantes que tienen el poder”.
Una posición más afín al Gobierno sandinista tiene René Martínez, de 65 años y excombatiente de la revolución del 79, quien espera una pensión de guerra que compense los $90 mensuales que recibe por haber trabajado como celador en escuelas. “No debieran de pelear (los costarricenses) por una cosa que no les corresponde. No están haciendo cosas buenas, quieren tierras que pertenecen a Nicaragua”.
Y mientras pescaba sardinas en el río Tipitapa, a 20 kilómetros de Managua, Catalino Mejía vacila sobre el asunto, al tiempo que acomoda trozos de corazón de res en el anzuelo. A sus 82 años, él se queja de que los repartidores de láminas de zinc del Gobierno solo le dan a su gente y él no simpatiza con el FSLN: “En realidad es una cosa que, muy arrecho... Yo no conozco de política. Creo que tal vez Costa Rica tenga razón”.