Costa Rica enfrenta serios problemas con la gestión de su basura. Por año, los costarricenses generan 2,55 millones de toneladas de residuos sólidos. La vida útil de los rellenos sanitarios en la Gran Área Metropolitana (GAM) no sobrepasa los tres años, solo el 4% de los desechos es reciclado o revalorizado, y no se visualizan lugares para nuevos depósitos. La tecnología en la gestión de residuos, aunque ya ha comenzado, no lo hace con la velocidad necesaria.
“Nadie quiere tener la basura en su comunidad, pero todos producimos. Hay que hacer algo con ella, porque no desaparece en el aire”, dijo en una entrevista anterior Mary Munive Angermüller, ministra de Salud.
El panorama puede parecer sombrío, pero hay gestiones desde diferentes gobiernos locales y organizaciones en todo el país. Además, Costa Rica puede aprender de lo sucedido en otras latitudes para aportar soluciones.
La Nación conversó con tres ejemplos: municipalidades como la de Santa Cruz, en Guanacaste, donde no solo tienen su propio Parque de Tecnología Ambiental para disponer sus residuos, también lograron implementar un programa de reciclaje y educar a la población para que sepa cómo hacerlo. O San Rafael, en Heredia, que tiene el segundo lugar con mayor porcentaje de reciclaje. Allí, se recicla el 24% de los residuos, seis veces el promedio nacional.
Pero la experiencia también se ve fuera de nuestras fronteras. Canelones, el segundo departamento más grande y populoso de Uruguay, puede servir como referencia y cada localidad costarricense puede adaptarla a los recursos y necesidades.
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Todos los entrevistados trabajan en ciudades con sus similitudes y sus diferencias, y con diferentes magnitudes del problema, pero coinciden en que la solución vino de la mano de ideas que no son “ni ciencia nuclear ni neurocirugía” y que pueden ser simples. Sin embargo, tienen varios puntos en común que pueden ser aplicables a cualquier municipalidad:
-- Hicieron un diagnóstico del problema, lo conocieron bien y no lo minimizaron.
-- Le destinaron los recursos necesarios, no solo monetarios, también en tiempo y energía.
-- Escucharon a la población en sus necesidades y en las críticas que hicieron.
-- Tienen poblaciones comprometidas y que participan de la gestión de sus propios desechos.
-- Evalúan constantemente sus resultados y los hacen públicos con la población.
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Santa Cruz, Guanacaste
Un proyecto municipal convirtió a Santa Cruz en la opción de Parque de Tecnología Ambiental en la que no solo se recogen sus desechos, también los de toda la provincia y los distritos de Cóbano y Lepanto, en Puntarenas.
Pero esto va más allá. Porque hay un objetivo para que cada vez haya menos residuos que vayan al relleno y tengan un destino revalorizable.
“No tenemos la crisis que tiene el Valle Central, pero debemos generar un cambio cultural porque no queremos llegar a eso en unos años. Nuestra meta es aprovechar todo lo que se pueda”, argumentó William Arauz Bran, director de Gestión Ambiental de la municipalidad santacruceña.
Hace tres años comenzaron a trabajar con las escuelas y colegios para enseñarles sobre separación de residuos y reciclaje. El proyecto comenzó con 50 centros educativos y ahora tienen 83.
Acostumbrarse al reciclaje no fue fácil, pero la población se lo tomó en serio. Comenzaron con un pick-up para el reciclaje, luego compraron un camión de basura con ese fin. No fue suficiente. La población pedía más. Ahora tienen cuatro camiones.
La cantidad de material revalorizable también ha aumentado. En 2021 se recolectaron 683 toneladas; en 2022, 1.067; en 2023, 1.243; y 2024 cerró con 1.316 toneladas de residuos que se reciclaron.
El compostaje para los desechos orgánicos también va tomando forma en los hogares y centros educativos.

Sin embargo, el ayuntamiento sabía que no todo hogar podría compostar. Por eso, en 2021 comenzó un plan piloto con composteras comunitarias, en donde varias familias llevaban sus desechos orgánicos y velaban por ellos.
“También tenemos un centro de recuperación y acopio donde trabajan personas de la comunidad, ellos formaron una cooperativa”, dijo Arauz.
San Rafael, Heredia

En San Rafael, Heredia, no solo hay un reciclaje que sextuplica el promedio nacional, también hay iniciativas que comienzan antes de que se generen los residuos.
Una de las iniciativas consiste en las ferias de trueque que se realizan en las diferentes comunidades del cantón, donde las personas pueden llevar lo que ya no necesitan y está en buen estado. En esas ferias se puede vender, comprar o cambiar.
“¿Qué pasa si antes de botar algo pensamos en si le sirve a alguien más? ¿O si antes de comprar algo lo busco en lo que alguien más ya no necesita? La ropa es un ejemplo. La industria textil es de las que más consumo y desechos genera. Estas ferias son una forma de ir cambiando el pensamiento”, expresó, Jorge Arias Santamaría, alcalde rafaeleño.
Estas ferias son recientes, pero desde hace 25 años comenzaron con el reciclaje y hace 10 con residuos orgánicos. Tienen cuatro servicios de recolección diferenciados: ordinarios, no tradicionales (como electrónicos), orgánicos y valorizables (o reciclables).
También tienen su propio centro de acopio, donde reciben residuos de vecinos de comunidades cercanas.
Sin embargo, no ha sido fácil. Arias manifestó que los retos son abismales: “falta inversión, no tenemos recursos. Cuesta que nos quieran dar préstamos. Recibimos una donación del Inder (Instituto de Desarrollo Rural) que nos hizo duplicar la capacidad de procesar lo orgánico, sin eso hubiera sido difícil”.
A mediano y largo plazo, buscan realizar estudios de mercado para crear madera plástica y así hacer cercas y bancas para los diferentes espacios públicos.
Canelones, Uruguay

Los ejemplos trascienden fronteras y Canelones, en Uruguay, es uno de ellos. El departamento tiene 600.000 habitantes y el reto era grande.
Leonardo Herou, quien se encargó durante años de la gestión ambiental de Canelones y está próximo a comenzar la de Montevideo, narró a La Nación su estrategia.
“No descubrimos nada, esto ya se hacía en otros países, pero supimos llevarlo a nuestra manera”, puntualizó.
El primer paso consistió en dar a cada familia dos contenedores intradomiciliarios: uno para la basura y otro para el material reciclable. También se les dio una compostera. Cada familia asistía a actividades en parques donde se les explicaba cómo usar cada implemento. También se implementaron grupos de WhatsApp en cada barrio para atender las dudas de las familias.
“Ya 150.000 familias tienen contenedores, 90.000 tienen composteras. Y hemos llegado varios años antes a la meta de reciclar el 50% o más del plástico. Ya el 33% de los residuos son revalorizables”, comentó.
Los camiones de basura pasan dos veces por semana por la basura tradicional y una vez por semana por lo reciclable. Los camiones de reciclaje son eléctricos.
“Cada cambio a un vehículo eléctrico permite un ahorro de 60% en el consumo y la emisión de gases de efecto invernadero es un 90% menor”, apuntó Herou.
Estos son solo tres ejemplos, de muchos que hay tanto en Costa Rica como en otras regiones del mundo. Estas propuestas no resuelven por completo el problema de los residuos sólidos ni en Costa Rica ni en Uruguay, pero son iniciativas que, junto a otras, se adaptaron a su contexto y lograron resultados que pueden replicarse en otras comunidades. Todo es cuestión de adaptarlo a sus condiciones.
