Sin caminar grandes distancias ni entrar de rodillas a la basílica en Cartago, Andrés Torres irá, este 1.° y 2 de agosto, a la romería para cumplirle una promesa a la Virgen de los Ángeles.
A sus 28 años, este vecino de Ochomogo cumplirá su juramento trabajando: él atiende los altibajos de presión, deshidratación y dolores musculares que sufren los romeros.
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Torres es cruzrojista voluntario desde que tenía 14 años y ni el cansancio, ni problemas de salud ni el reclamo de una novia, lo harían perderse la actividad.
“Esto es mi vida. Inicié a los 14 años ayudando a llenar el registro de pacientes. Luego, tras capacitarme, me permitieron atender a los pacientes. Yo cumplo mi promesa a la Virgen estando aquí laborando”, dijo Torres, quien vive con su abuela.
Este sábado, el joven debe cumplir su horario en una panadería desde las 3 a. m. hasta las 2 p. m. Luego, a las 6 p. m. debe estar en alguno de los puestos de la Cruz Roja que brindan asistencia a los peregrinos. Ahí se queda hasta las 6 p. m. del 2 de agosto.
En estas tareas, Torres se encuentra a romeros deshidratados, con presión alta o baja, con contracturas o descompensaciones por falta de energía.
“Generalmente, la gente que se siente mal no quiere atenderse hasta que cumpla su promesa. Uno les dice que descansen, pero ellos no hacen caso y se van. A los pocos metros, nos vuelven a llamar, cayeron otra vez”, cuenta el cruzrojista.
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Cansancio. Es tanta la carga de trabajo en estos días que este joven voluntario no tiene ni tiempo de sentir el cansancio. Cuenta que le ha tocado estar hasta 72 horas dando atención.
“Las horas de más trabajo son entre las 11 p. m. del 1.° de agosto y hasta las 3 a. m. (del día siguiente) Si usted no cenó antes de que sean las 11 p. m., ya no comió. Hacia las 3 a. m. baja el ritmo, pero vuelve a subir a las 5 a. m. Uno sabe que a la romería va a cansarse”, expresó.
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En 14 años de labor, los momentos gratificantes han sido muchos; los dolorosos pocos, pero Torres no los olvida.
“Fui uno de los que atendió el atropello de 11 romeros en el 2011, donde una persona murió. Fue muy lamentable”, recordó.
Agradecimiento. La motivación de este cartaginés nace de un agradecimiento a la Virgen porque hace unos años sufrió un accidente en moto y estuvo a punto de perder una pierna.
“Me recuperé y es por eso que por nada del mundo falto. Una vez me quebré el brazo y me tenían que quitar el yeso hasta el 8 de agosto y, solo por ese yeso me iba a perder la romería. Entonces me lo quité y así pude ir . Mis jefes se enojaron porque les mentí de que estaba bien”, relató entre risas.Cuando Torres dice que “por nada del mundo falta a una romería”, habla muy en serio. Tuvo una novia que le exigió acompañarla en la caminata a la basílica o, de lo contrario, terminaban su relación... Hoy Torres la recuerda con cariño.
“La gente me dice que yo no tengo vida social. Pero esta es mi vida social, mi forma de vivir y lo haré hasta que Dios me llame o tenga alguna discapacidad. Antes no”, sentenció con firmeza.