El chinamo de Wálter Betrano tiene más de cincuenta años de historia, cuando su papá inició con el negocio. Tras varios cambios de lugar, se asentó a un costado de la iglesia de Guadalupe. Los artículos que los compradores más buscan son guirnaldas, pesebres, luces, árboles y lana, según los encargados de las ventas. Uno de ellos es el joven David Herrera (Abajo). | JEFFREY ZAMORA (Jeffrey Zamora R)
Levantados con latas de cinc y tablas de madera, los chinamos navideños son más que un negocio de temporada.
Para Wálter Betrano, es la continuación de un emprendimiento que hizo su papá hace más de 50 años. Hoy su tramo se ubica a un costado de la iglesia de Guadalupe de Goicoechea. Allí, narra, tiene clientes a cualquier hora del día.
“La ganancia no es exagerada, pero sí alcanza por lo menos para los gastos de esta época, que son muchos”, comentó el comerciante.
En el caso de Betrano, su chinamo también sirve para dar empleo a vecinos de la comunidad. Uno de ellos es Andrey, un muchacho de 15 años. Él ya ganó noveno año y decidió dedicar las primeras semanas de vacaciones a trabajar. Asegura que lo que más se vende son guirnaldas, pesebres, luces, árboles y mucha lana.
Chinamos son más que un negocio de temporada (Jeffrey Zamora R)
Para poder tener uno de estos negocios, los interesados deben tramitar los permisos en la Municipalidad de su cantón.
Vázquez de Coronado, por ejemplo, emite autorizaciones con validez desde el 1.° de noviembre hasta el 31 de diciembre, cada una con un valor de ¢50.000. Óscar Calvo, del Departamento de Patentes, informó de que este año han otorgado 10 permisos para la venta de artículos navideños y pólvora.
Las hermanas Vera y Fainier Chaves abrieron su chinamo en ese cantón desde hace siete años. Ellas coinciden en que uno de los artículos más buscados es la lana, usada para confeccionar los portales de Navidad.
En una de las paredes exhiben el permiso que les otorgó el Ministerio de Ambiente y Energía, lo que les permite comercializar lana de forma legal. Ello, debido a que la extracción de ese material se encuentra regulada y quien lo haga sin autorización se expone a ser sancionado.
Uno de los atractivos de los chinamos es la posibilidad de comprar productos a un precio más bajo, aseguró Vera Sánchez.
“Los precios de las bombitas para el árbol varían: ¢1.500, ¢2.000… Aquí es muchísimo más barato”, expresó.
En estos negocios, los clientes aumentan conforme se acerca el fin del año; todos, en busca del detalle que complete un portal, un árbol de Navidad o la iluminación festiva de la casa.
Periodista en la sección de Política. Graduada de la carrera de Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo, en la Universidad de Costa Rica.
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