Pocas personas, y solo luego de un considerable esfuerzo, podrán resistirse al impulso de sonreír ante lo que unos jóvenes arquitectos le hicieron a una zona antes olvidada y ensombrecida en el centro de San José.
Donde antes hubo una ladera intransitable, montuna y hasta una malla dividiendo dos comunidades, ahora descansa un colorido recinto para niños hecho con bambú; abierto al público y limpio, idóneo para una caminata o un rato de descanso para la vista.
Se trata del parque infantil del polideportivo de barrio Aranjuez, en San José, cerca del túnel ferroviario que atraviesa la ruta 108, entre San Francisco y Guadalupe de Goicoechea.
Por tres meses, 10 arquitectos y estudiantes de esa rama del proyecto FUNdaMENTAL Design Build secuestraron esta zona para intervenirla. Lo que devolvieron fue un espacio público transformado en la primera experiencia de esa organización en Costa Rica.
El grupo, compuesto por ciudadanos de varios países, trabajó junto al TEC, comunidades del sector y otras organizaciones.
Inés Guzmán, una de las arquitectas a cargo del trabajo, destacó la integración entre vecinos, Policía, organizaciones, voluntarios y el Tecnológico para finalizar con éxito.
En declaraciones a la oficina de prensa del Tec, Guzmán explicó que FUNdaMENTAL en un juego de palabras donde el nombre junta las dos mitades de esta naranja arquitectónica: diversión e ingenio; pensamiento creativo en palabras llanas.
El TEC facilitó sus instalaciones en el Campus Tecnológico San José, en barrio Amón, para que el grupo internacional tuviera dónde reunirse y cinco estudiantes de la carrera de Arquitectura y Urbanismo acompañaron y colaboraron en cada etapa, desde su diseño y producción de materiales hasta la remoción de tierra y trabajos de pintura.
“Ellos nos facilitaron la interacción con la comunidad porque solo una participante hablaba español. Entonces, nos ayudaron a traducir no solo el idioma sino también la visión externa en una visión local”, añadió Guzmán.
El parque infantil se compone de palos de bambú pintados, que ayudan a reducir el nivel de contaminación del aire en esa área.
“Tenemos la percepción de que estamos libres de contaminación por ser un parque, pero en realidad no es así, porque muy cerca pasa el tren y una carretera de alto tránsito. De esta manera, el amarillo indica mayor pureza del aire y el morado mayor contaminación”, detalló la arquitecta en referencia a una pigmentación especial aplicada a la pintura de los bambúes.
Guzmán explicó que el bambú contiene también un componente de titanio el cual ayuda a limpiar el aire y que se ha probado a nivel de fachadas en otros países.
Esta es la primera vez que se hace con los palos de bambú dispersos en un área irregular por lo que regresarán en un mes a revisar los niveles de contaminación ambiental para verificar su efectividad.