
Durante los momentos más solemnes del Vaticano, el latín ocupa un lugar central. En el Cónclave, la elección de un nuevo Papa se desarrolla completamente en este idioma, desde el ingreso de los cardenales hasta el anuncio del nuevo Pontífice.
Aunque en las Congregaciones Generales existe traducción simultánea, dentro de la Capilla Sixtina el latín domina todos los actos rituales. Esta práctica responde a su condición de idioma oficial de la Iglesia católica y a su valor como lengua precisa y universal.
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Según una publicación de Vatican News, el protocolo establece que los cardenales electores desfilen desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina. A lo largo del trayecto se entonan las Letanías de los Santos y el Veni Creator Spiritus.
El juramento sobre el Evangelio y la posterior orden de desalojo del recinto a los no autorizados se realiza también en latín, mediante la fórmula “Extra omnes”, que significa “fuera todos”. Esta expresión marca el cierre del lugar donde se elegirá al nuevo Papa.
Según explicó el sacerdote Davide Piras, miembro de la Oficina de las Letras Latinas del Vaticano a Vatican News, estas expresiones han sido conservadas durante siglos para definir con precisión cada fase crucial de la vida de la Iglesia. Se trata de un conjunto de fórmulas diseñadas para preservar la tradición y el significado de cada paso del proceso eclesiástico.
Incluso las papeletas utilizadas para votar están escritas en latín. La parte superior de la hoja incluye la frase “Eligo in Summum Pontificem”.
Cuando uno de los candidatos obtiene dos tercios de los votos, el cardenal decano solicita el consentimiento del elegido con la fórmula “Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?”. Si la respuesta es afirmativa, le consulta “Quo nomine vis vocari?”, para conocer el nombre pontificio que adoptará.
Luego, el cardenal protodiácono se asoma a la Logia de la Basílica de San Pedro para anunciar la elección con la tradicional fórmula en latín “Habemus Papam”. Este texto, según informó Vatican News, tiene raíces en el Evangelio de Lucas y data al menos del año 1484.
Algunos expertos sugieren que su uso podría remontarse incluso a 1417, cuando Martín V fue elegido después de un período de división interna con varios papas reclamando el mismo trono.
El anuncio incluye el nombre del nuevo Papa y puede construirse en diferentes casos gramaticales del latín, como el acusativo, el genitivo o incluso el nominativo, dependiendo del estilo y del momento histórico.
Por ejemplo, se ha usado el acusativo para papas como Pío XII o Francisco, y el genitivo para Juan Pablo II o Benedicto XVI. Todas las variantes son gramaticalmente correctas.
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En cuanto al número ordinal que acompaña el nombre papal, se pronuncia únicamente si ya ha existido otro Pontífice con ese nombre.
Sin embargo, también aquí se han registrado inconsistencias. En ocasiones se omite, como ocurrió con Pío XII, o se incluye como en el caso de Juan Pablo I, donde se dijo “Ioannis Pauli primi”.
Para la Iglesia católica, el latín no es solo una lengua funcional. Es una herencia que representa continuidad, solemnidad y unidad universal. Según destaca Vatican News, el papa Francisco ha definido el latín como un “tesoro del saber y del pensamiento”, que sigue siendo protagonista en los momentos más significativos de la Iglesia.
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