Este viernes, Nicaragua aprobó una reforma constitucional que implica la prohibición de la doble nacionalidad. Esto quiere decir que quienes obtengan una segunda nacionalidad perderán la primera. Este sábado, quienes ostentan esta condición o están exiliados reaccionaron de forma enérgica.
La Nación conversó con un abogado nicaragüense que ha estado en el exilio durante los últimos años. Pidió anonimato, dado que tiene familia muy cercana que está en Nicaragua y quiere protegerla. “No he podido sacar a esas personas de ahí”, expresó.
Sin embargo, fue enérgico al cuestionar y criticar la decisión tomada. “Nicaragua se está convirtiendo, con los Ortega-Murillo, en una fábrica de apátridas”, resumió.
Es difícil determinar cuántas personas se encuentran en esta situación. Según sus cálculos, más de una cuarta parte de la población nicaragüense se encuentra en el exilio, pero esto no quiere decir que todos hayan buscado naturalizarse en el país que los recibió.
Este no es el único cambio. Las reformas constitucionales también establecen que “los extranjeros que soliciten nacionalizarse deberán renunciar a su nacionalidad de origen, excepto si son centroamericanos”.
El hombre hizo varias reflexiones sobre el significado de esta medida del régimen para los nicaragüenses.
“Estamos hablando de que la nueva Constitución entró en vigencia en enero. Estamos en mayo. Cuatro meses después ya la están reformando. Nunca se ha visto iniciar con una reforma una nueva constitución”, aseveró.
Otra de sus preocupaciones es que, aunque se ha dicho que esta medida no es retroactiva, teme que por razones políticas pueda hacerse retroactiva.
“Quieren castigar a toda voz disidente que esté en el extranjero. Es un mecanismo más de persecución transnacional”, señaló.
En sus conversaciones y chats de WhatsApp con otros exiliados, ha percibido las preocupaciones, dudas y miedos.
“Algunos piensan que después de estas medidas podría venir la privación del patrimonio. La confiscación de lo que ellos como régimen decidan. Muchos ven esto como la puerta de entrada de medidas de persecución para el exilio nicaragüense”, señaló.
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Discriminación

Una de las primeras palabras que utilizó durante la conversación fue “discriminación”. Consideró que con esta medida el país está discriminando al centroamericano de origen nicaragüense.
“Se sigue permitiendo que los centroamericanos no nicaragüenses que obtengan la nacionalidad nicaragüense puedan preservar su otra nacionalidad. Esta excepción es una tradición centroamericana por el vínculo de la unidad centroamericana, que ya no se aplicará para los nicaragüenses. Es decir, incluso si optan por otra nacionalidad centroamericana perderían la nicaragüense”, apuntó.
Además, esta reforma implica una derogación tácita a los tratados de doble nacionalidad, como el suscrito con España.
“Se origina un conflicto. Ya no sería permitido”, resumió.
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Violación a los derechos humanos
Para el profesional, también hay una violación a los derechos humanos.
“Según la jurisprudencia internacional, los migrantes que se ven obligados a trasladarse sufren discriminación, xenofobia, rechazo. Entonces, para preservar su dignidad y lograr las mejores condiciones posibles deberían poder acceder, si hay posibilidades, a la nacionalidad del país en el que están residiendo. Y el país originario no debería tratar de imposibilitar o impedir que para que puedan tener una vida mejor en ese otro país pierdan su nacionalidad, más bien deberían favorecerlo”, destacó.
“Más todavía en el caso de Nicaragua, donde la mayoría de esa migración ha sido forzada por razones económicas o razones políticas. (...) Obligan a la gente a irse y además la castigan por tener que irse”, especificó.
‘Fábrica de apátridas’
El hombre reflexionó sobre su frase “fábrica de apátridas”. Perder la opción de la segunda nacionalidad no lo es tanto, pero sí lo que viven muchos otros de sus compatriotas.
“Esa fábrica trabaja todos los días”, enfatizó.
“Hay cerca de 500 nicaragüenses a los que privaron de su nacionalidad de forma expresa. Eso no fue de forma legal, pero sí expresa. Además, hay 6.000 o 7.000 nicaragüenses que han sido convertidos en apátridas de facto”, agregó.
Los apátridas de facto, explicó, son personas a quienes no se les permite renovar el pasaporte. También están quienes salen del país y les niegan el ingreso. A esto se le añade que hay personas que han sido “borradas” de los registros históricos de nacimientos y no aparecen en el registro civil.
“Simplemente les comunican a las líneas aéreas que no pueden permitirle el ingreso al avión porque no pueden ingresar al país. Son miles acumulados”, destacó.
“O si no tenés tu pasaporte, te dejan sin documento oficial. Es otra forma de convertirte en apátrida”, añadió.
El nicaragüense recalcó que esta es una forma de tortura prolongada en el tiempo y en el espacio.
“El acto de tortura se hace en Nicaragua, pero te afecta en el país donde estás, y ese dolor se extiende en el tiempo. Te restringe las capacidades de insertarte en un nuevo país. Se sufre cotidianamente”, concluyó.
