Caracas. En un supermercado de Caracas una mujer abraza una caja con 12 litros de leche. “Luego no vamos a conseguir nada”, murmura mientras llena, ansiosa, su carrito. Teme que en Venezuela se recrudezca la escasez por una nueva ofensiva del gobierno para controlar los precios.
Cinco grandes cadenas fueron sancionadas por “especulación”. En otros establecimientos se llevaron esposados a gerentes. Un déjà vu' que busca frenar una desbocada inflación que cerraría en 1.000.000% en el 2018, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Las sanciones alentaron largas filas para abastecerse de algunos productos cuyos precios están controlados por el Gobierno. El arroz y la harina de maíz, básicos en la dieta de los venezolanos, siguen ausentes en los anaqueles. También escasean el huevo, el pollo y la carne de res.
A quienes les dio el bolsillo llenaron carritos con detergente en polvo, mantequilla y mayonesa.
A Adriana Ayesterán le parece estar viviendo “la misma historia”, al recordar despliegues que arrancaron en el 2013 y que obligaron a bajar precios a grandes cadenas.
"Se repite la historia", dijo escéptica a la salida de un negocio, la ingeniera en informática de 36 años.
Adriana, quien compró cuatro envases de mantequilla, ve con recelo la nueva arremetida, que en el pasado forzó la escasez de alimentos y bienes. “El gobierno no entiende qué medidas económicas aplicar para mejorar la producción”, subrayó.
La Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) es la encargada, junto a la Fuerza Armada, de cumplir las medidas que incluyen fiscalizaciones, detenciones y procesos administrativos contra farmacias, mercados y otros negocios.
Tratar de “hostilizar” a empresarios para “domesticar” el mercado “es la receta perfecta para un fracaso estrambótico”, indicó Luis Vicente León, de la firma Datanálisis.
El gobernante socialista acusa a los empresarios de especular “sin ton ni son”. “Estamos en un gran contraataque contra los especuladores, contra los ladrones”, aseguró.
La Sundee anunció procesos sancionatorios que obligan a mantener los precios de julio, pero para Martina, una jubilada de 72 años, quien revisaba entre anaqueles medio vacíos, incluso los fijados por el gobierno son “un tanganazo (golpe) al bolsillo”.
Desconfianza
“Eso no va a funcionar, es peligroso”, manifestó Josefina Morán, una vendedora independiente de 68 años. “¿Cómo haces para comprar? si los precios siguen subiendo cada semana”, se preguntó.
El "contraataque" en los abastos busca hacer cumplir precios "acordados" de 25 productos básicos. De la lista, al menos 10 son escasos en anaqueles.
"La gente está desesperada llevándose toda la comida", contó a las afueras de un supermercado en Chacao, en el este de Caracas, Nataly Cervera, una desempleada de 21 años. "Ningún precio ha bajado, incluso están más altos ahora", afirmó.
Los operativos para controlar los precios son respaldados por compradores como José Benítez, un comerciante de 46 años que aprovechó para comprar dos kilos de detergente "un poco más baratos". Siente que el país "es una bomba de tiempo" por el alto costo de la vida.
El lunes se inició el llamado “plan de recuperación económica” del presidente Nicolás Maduro, que incluye la salida a circulación de nuevos billetes -con cinco ceros menos, aumento del salario mínimo de más de 3.400% y una macrodevaluación de 96%.
"Hay críticas por todos lados (...) Estamos esperando a ver qué va a pasar, si mejora, empeora, corremos, nos quedamos, vuelve a temblar", bromeó José en alusión al terremoto de 7,3 que golpeó esta semana, sin dejar víctimas ni grandes daños.
Sin embargo, venezolanos como José prefieren aferrarse a la esperanza. “Espero que las cosas mejoren para beneficio de todos, para que los compañeros que están fuera del país llevando roncha (pasando trabajo) regresen”.
Al reivindicarlo como su "programa" económico, el presidente Maduro pidió a los venezolanos un voto de confianza. "Pido una oportunidad para el éxito del programa de recuperación económica".
Nataly Cervera, quien se prepara para emigrar, cree que controlar precios solo servirá para que los pocos productos disponibles desaparezcan. “Esto no da para más”, asintió.
Con un puñado de víveres en dos bolsas, Gladys de Vargas, una peluquera de 56 años, se quejó por lo poco que pudo comprar. “Hagan lo que hagan esto no va a tener acomodo. No llevo nada, no llevo salado (carnes), no llevo frutas”.