
Bagdad. La minoría yazidí, a la que pertenece la premio Nobel de la Paz Nadia Murad, es desde hace mucho tiempo una de las minorías más vulnerables de Irak y fue blanco de la violencia del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Como miles de mujeres y niñas de esta comunidad, Nadia Murad fue sometida a la esclavitud sexual por el EI en el 2014, hasta que logró escaparse. Milita para que las persecuciones contra los yazidíes se consideren un genocidio.
Religión esotérica ancestral
Los yazidíes, quienes viven en lugares recónditos del Kurdistán iraquí, en el norte del país, son una minoría kurdófona adepta a una religión esotérica monoteísta.
Los orígenes de su fe se encuentran en el zoroastrismo, surgido en Irán hace casi 4.000 años, y en el culto a Mitra. Pero con el paso del tiempo fueron integrando elementos del islam y del cristianismo.
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Sin libro sagrado y organizados en castas, rezan en dirección al sol y veneran a siete ángeles, el primero de ellos Melek Taous, el “ángel pavo real”.
La tradición yazidí prohíbe el matrimonio fuera de la comunidad e introduce otras restricciones en función de las castas.
Perseguidos desde hace siglos
Las creencias y prácticas de los yazidíes –como la prohibición de comer lechuga y de llevar color azul– son consideradas satánicas por sus detractores.
Los musulmanes ortodoxos consideran el pavo real como una figura diabólica y a los yazidíes se les ha etiquetado como “adoradores del diablo”.

En su calidad de iraquíes no árabes y no musulmanes, son desde hace tiempo una de las minorías más vulnerables del país. Miles de familias huyeron de Irak debido a las persecuciones bajo el régimen de Sadam Husein, especialmente a Alemania.
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La Constitución de Irak del 2005 reconoció su derecho a practicar su culto y les concedió escaños en la Asamblea Nacional y en el Parlamento autónomo kurdo.
En agosto del 2007, los yazidíes fueron víctimas de un terrible atentado cuando unos enormes camiones bomba destruyeron dos de sus pueblos y mataron a más de 400 personas.
Martirizados por el EI
La suerte de los yazidíes cambió de signo en agosto del 2014, cuando el grupo EI se hizo con el control de un tercio del país, incluida la histórica región de los yazidíes en los montes Sinyar (norte). Los yihadistas mataron hombres, convirtieron a los más pequeños en niños soldados y condenaron a miles de mujeres a trabajos forzados y a la esclavitud sexual.
Según el Ministerio de Asuntos Religiosos de la región autónoma del Kurdistán iraquí, más de 6.400 yazidíes fueron secuestrados por el EI. Unos 3.200 de ellos fueron rescatados o pudieron huir. La suerte de los otros sigue siendo un misterio, incluso después de que el grupo EI perdió casi todos los territorios que había conquistado en Irak.

De los 550.000 yazidíes que había en Irak antes del avance de los yihadistas, casi 100.000 abandonaron el país.
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En marzo del 2015, los investigadores de la ONU estimaron que los ataques del EI en Irak contra los yazidíes podían ser constitutivos de “genocidio” y recurrieron a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.