
Nueva York. Desde películas infantiles para residentes encerrados en sus departamentos en Río de Janeiro a compras y oraciones en línea en todo el mundo, la pandemia del coronavirus ha hecho que las comunidades se adapten a la realidad de vivir en tal realidad mientras luchan por salvan sus economías.
Japón se preparaba para poner fin al estado de emergencia decretado por el virus en la mayoría de sus regiones el jueves, mientras que Nueva Zelanda relajó aún más las restricciones luego de decidir que su brote está bajo control.
Un potente tifón avanzaba hacia la costa este de Filipinas mientras las autoridades trataban de evacuar a docenas de miles de personas de forma segura durante el confinamiento. Los gobernadores dijeron que será casi imposible que quienes acudan a los refugios de emergencia guarden la distancia social. Algunos funcionaban hasta ahora como centros de cuarentena.
Podrían pasar semanas antes de que quede claro si la reapertura de las economías causa un repunte de los casos de covid-19, la enfermedad causada por el virus. La trayectoria del coronavirus varía ampliamente según la nación, con incrementos en algunos lugares, descensos en otros y tasas de infección que pueden cambiar de forma drástica de un vecindario a otro.
Así que en muchas partes del mundo, comunidades e individuos hallan formas originales de hacer frente a lo que muchos llaman la “nueva normalidad”.
Residentes confinados en departamentos en Río de Janeiro disfrutaban de un entretenimiento muy necesario: películas para niños proyectadas en pantallas instaladas en el exterior de los edificios, como si se tratase de un autocine. César Miranda Ribeiro, presidente de la empresa RioFilme, dijo que la iniciativa “Cine desde las ventanas” está pensada para “tratar de cuidar de la salud mental de la gente”.

En China, las compras a través de Internet que evitaban tener que salir de casa, se han convertido en compras en vivo, pero en línea.
Otros que buscan apoyo espiritual y conexiones humanas rezan de forma remota a través de servicios religiosos emitidos por internet desde el Vaticano o iglesias de pueblo, mezquitas y templos.
El reto de revivir
Para la mayoría de los líderes, sin embargo, el enfoque era mucho más mundano: Cómo reabrir negocios y revivir unas economías que se resienten por una pérdida récord de empleos y por la incertidumbre.
El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, presentará un plan para levantar el estado de emergencia en la mayor parte del país antes de lo previsto por la caída en el número de contagios, con la excepción de Tokio y otras zonas de alto riesgo. Por el momento, el país de 126 millones de habitantes ha reportado 16.000 casos confirmados de coronavirus y unos 680 decesos.
Estados Unidos registra, con diferencia, el peor brote del mundo: 1,39 millones de infectados y más de 84.000 fallecidos, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins. En todo el mundo, más de 4,3 millones de personas han contraído el virus y alrededor de 297.000 han muerto. Los expertos dicen que, casi con toda probabilidad, las cifras reales son mucho mayores.
Un destacado inmunólogo estadounidense quien afirma que perdió su empleo en el gobierno por advertir al ejecutivo de Donald Trump que se preparase para la pandemia, aseguró estar listo para decir ante el Congreso que el país se enfrenta a su “invierno más oscuro en la historia moderna" a menos que los líderes actúen de forma decisiva para evitar un rebrote.
El testimonio del doctor Rick Bright, quien compareció el jueves ante un subcomité de la Cámara de Representantes, se produce luego de que el doctor Anthony Fauci, el máximo experto en enfermedades infecciosas del gobierno, advirtió antes esta semana de que reabrir negocios y levantar las ordenes de confinamiento antes de tiempo podría “retrasar el reloj” provocando más sufrimiento y muertos, y complicar los esfuerzos para reactivar la economía.
En Ginebra, un alto funcionario de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que es posible que el nuevo coronavirus haya llegado para quedarse ya que, sin vacuna, podrían pasar años hasta que la población mundial adquiera un nivel de inmunidad suficiente.
“Es posible que este virus no desaparezca nunca", dijo el doctor Michael Ryan.