
Tegucigalpa, Honduras. Honduras acudirá a las urnas este domingo para decidir si mantiene a la izquierda en el poder o si el país gira hacia la derecha, en unos comicios de final incierto y cargados de escepticismo.
Ninguna de las fuerzas políticas que compiten ha logrado resolver los problemas estructurales que más preocupan a la población: violencia, pobreza y corrupción.
Tras una campaña tensa y plagada de acusaciones cruzadas sobre supuestos planes de fraude, unos 6,5 millones de hondureños podrán elegir presidente, diputados y alcaldes para los próximos cuatro años.
La mayor atención se concentra en la sucesión de la presidenta Xiomara Castro, en una elección de una sola vuelta y sin un favorito claro, según las encuestas.
La candidata oficialista, Rixi Moncada, del partido Libertad y Refundación (Libre), busca retener el poder frente a dos aspirantes de derecha: el comunicador Salvador Nasralla, del Partido Liberal (PL), y el empresario Nasry Asfura, del Partido Nacional (PN).
“Espero que los que pierdan acepten la derrota y que las cosas cambien, que haya trabajo y menos violencia”, expresó Martha Ramos, una empleada doméstica de 50 años de un barrio popular de Tegucigalpa. Su pedido resume el descontento que arrastra un país donde el 60% de la población vive en pobreza y donde persisten los abusos del narcotráfico y las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha.
Desconfianza en las instituciones
Analistas advierten que los comicios definirán la capacidad del próximo gobierno para restaurar la estabilidad política y social en un país profundamente polarizado. Honduras arrastra un historial de elecciones cuestionadas y golpes de Estado, incluido el derrocamiento de Manuel Zelaya en 2009, esposo de la actual presidenta, episodio que aún divide al país.
La campaña ha estado marcada por ataques ideológicos: Moncada acusa a sus rivales de ser “títeres de la oligarquía golpista”, mientras que Nasralla y Asfura la tildan de “comunista” y afirman que un triunfo suyo consolidaría el control de la familia Zelaya-Castro, aliada de Venezuela y Cuba.
La tensión aumenta por la ausencia de un árbitro independiente. Los tres principales partidos se reparten el poder en el Consejo y el Tribunal Electorales. Ambos bandos se acusan de preparar un fraude, un escenario ante el cual Estados Unidos advirtió que reaccionará con rapidez, mientras la OEA y la Unión Europea desplegaron misiones de observación.
La desconfianza creció cuando la cúpula militar —cercana a Castro y Zelaya— pidió al Consejo Nacional Electoral (CNE) acceso a las actas para verificar el conteo de votos. Aunque el CNE rechazó la solicitud, el gesto despertó temores de una posible intromisión.
En el Congreso, la oposición domina, pero su funcionamiento está prácticamente paralizado debido a una directiva oficialista elegida en una votación cuestionada.
Pocas propuestas, muchos señalamientos
En medio de una campaña confrontativa, los candidatos evitaron profundizar en las prioridades del país. Asfura prometió atraer inversiones; Nasralla, impulsar la producción; y Moncada, aumentar los impuestos a los sectores más ricos. Los dos aspirantes de derecha prometieron restablecer lazos con Taiwán, después de que Castro retomara relaciones con China en 2023.
Para analistas como Manuel Orozco, del centro Diálogo Interamericano, la clase política sigue atrapada en un “atolladero” provocado por la corrupción y las tensiones entre élites partidarias, lo que dificulta atender las necesidades de la ciudadanía.
La migración continúa siendo una válvula de escape frustrada.
Este año, el gobierno de Donald Trump deportó a 27.000 hondureños y revocó el estatus de protección temporal a otros 51.000, un golpe severo para un país que depende cada vez más de las remesas, que en 2024 representaron el 27% del PIB.
Aunque el estado de excepción impuesto por Castro redujo los homicidios, Honduras sigue siendo uno de los países más violentos del continente, con 26,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes y persistentes extorsiones de pandillas.
A ello se suman denuncias que salpican a los tres partidos por presuntos vínculos con el narcotráfico. El expresidente Juan Orlando Hernández, acusado de convertir a Honduras en un narco-Estado, permanece encarcelado en Estados Unidos.
Las urnas abrirán este domingo a las 7:00 a. m. y cerrarán diez horas después. El CNE espera divulgar resultados preliminares la misma noche.
En un país marcado por la desconfianza, la crispación y una profunda crisis social, Honduras votará entre continuar con la izquierda o entregar el rumbo a la derecha, con un resultado abierto que podría definir el futuro político de la región centroamericana.
