
Recientemente fue elegida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como Relatora especial para la libertad de expresión. Así percibe la colombiana Catalina Botero Marino la situación latinoamericana y los retos en ese tema.
¿Cuáles son las principales acciones de su plan de trabajo para la relatoría especial para la libertad de expresión?
La relatoría tiene que trabajar en los temas de la agenda tradicional, pero también en temas novedosos relacionados con el derecho a la libertad de expresión. Debe trabajar en la lucha contra la impunidad de crímenes contra periodistas y en la abolición de las leyes que criminalizan la expresión de ideas o la circulación de información de relevancia pública. Debe intentar suprimir no solo la censura directa sino la censura indirecta a través de mecanismos sutiles, como la fijación de impuestos o la asignación arbitraria de recursos y canales.
“El trabajo en estos campos supone la necesidad de promover nuevos estándares en asuntos que no han sido resueltos por el sistema interamericano, como los relacionados con la asignación transparente de pauta oficial o con el acceso de grupos excluidos del debate democrático. Es necesario promover, dentro de los Estados, la aplicación efectiva de los estándares que ya existen referidos, por ejemplo, a la abolición de las leyes de desacato o la implementación de leyes adecuadas que permitan a las personas acceder a la información pública”.
Recientemente, en la declaración de Atlanta se concluyó que muchos Estados carecen de mecanismos para garantizar el libre acceso a la información pública de los ciudadanos. ¿Piensa dar seguimiento a las acciones de los Estados en esta materia?
Sí. Uno de los énfasis de la relatoría debe ser el derecho de acceso a la información: la implementación de leyes de acceso claras y suficientes y su adecuada puesta en funcionamiento.
Costa Rica todavía está discutiendo una nueva ley de prensa. ¿Qué piensa y qué conoce sobre la situación de la libertad de expresión en nuestro país?
Actualmente, soy juez de la Corte Constitucional de Colombia y por ello no puedo pronunciarme sobre ningún asunto que pueda ser interpretado como una intervención en un país extranjero. Sin embargo, Costa Rica tiene enormes ventajas: no tiene el legado de las leyes de prensa de las dictaduras; tiene una sociedad civil consciente de sus derechos y ha contado con gobiernos sensibles a los imperativos de la democracia y de los derechos humanos. Lo anterior no quiere decir que todo sea perfecto y que no existan problemas. Hay, por ejemplo, algunos casos documentados sobre asignación discrecional de publicidad oficial que deben ser seriamente estudiados.
¿Cuáles son los mayores riesgos que enfrenta la libertad de expresión en las Américas?
Existen al menos cinco sobre los cuales la Relatoría debe actuar de forma decidida. En primer lugar, la muerte de la expresión a causa de grupos mafiosos que asesinan o amedrentan a la prensa y que luego no reciben las sanciones que merecen. Segundo, la criminalización de la expresión a través de leyes de difamación o de desacato que son, en la mayoría de los casos, residuos de las dictaduras que algunos países tuvieron. También la censura de la expresión, ya no a cargo de censores administrativos de gafas oscuras que se adjudican el derecho a decidir lo que podemos ver o leer o escuchar, sino de algunos jueces que ordenan sacar del mercado informativo ciertas expresiones o informaciones. En cuarto lugar, existen hoy formas más sutiles de censura que tienen que ver con la asignación discrecional de recursos públicos –publicidad, frecuencias, subsidios– para premiar a quienes se expresan a favor del gobernante y castigar a quienes tienen expresiones independientes. Finalmente, la libertad de expresión no será nunca un derecho completamente protegido si el debate público no es plural e incluyente. Esto significa que deben existir formas de inclusión para que las personas que pertenecen a grupos marginados del debate público puedan participar de este debate.
¿Cuáles avances ha tenido la región y cuáles retrocesos?
Avances importantes, algunos retrocesos y muchos desafíos. Ya no tenemos juntas militares. Parece que la democracia nunca puede cantar victoria de manera definitiva, pero al menos por ahora estamos libres de la peor amenaza contra la libertad de expresión encarnada en los gobiernos autoritarios en los que no existen controles al ejercicio del poder. Adicionalmente, los gobiernos democráticos han ido derogando las normas originadas en las dictaduras (como las leyes de desacato) y en algunos Estados ya se han proferido leyes de acceso a la información y de protección de la prensa (como las leyes que garantizan la reserva de la fuente).
¿Cómo debe ser concebida la libertad de expresión y de información en un Estado como el costarricense?
Como debería ser concebida en el resto de los Estados democráticos: un derecho que protege la libertad de todas las personas, sin discriminación, para pensar libremente y expresar lo que piensan; acceder a la información pública sin cortapisas; circular la información obtenida, opinar sobre la misma y participar en debates vigorosos, plurales, desinhibidos y abiertos sobre los temas que a todos nos interesan. Para ello se requieren Estados respetuosos de la diversidad y el pluralismo.
En un mundo con tanta tecnología de la información y acceso a sistemas multimedia, ¿cuáles considera usted que son los retos más importantes para los comunicadores?
Las nuevas tecnologías permiten una enorme diversidad de contenidos y un universo inmenso de información, pero aún no reemplazan a los medios en la tarea de seleccionar la información relevante y los puntos de vista que merecen ser tenidos en cuenta en el debate público. Este papel lo siguen cumpliendo la radio, la televisión y la prensa escrita. Existe una marcada brecha digital que impide a millones de habitantes de las Américas el acceso a estas nuevas tecnologías. Sin embargo, poco a poco el mercado digital exigirá a los comunicadores no solo incorporar a su oficio tecnologías más avanzadas sino a realizar la tarea que les compete de una manera confiable, esto es, veraz, imparcial y oportuna.
