
Washington, Estados Unidos. El gobierno estadounidense podría entrar en cierre administrativo (shutdown) a partir de esta medianoche, si el Congreso no aprueba un proyecto de ley de financiamiento.
A pocas horas de la fecha límite, los líderes demócratas y republicanos reconocen que aún existen “grandes diferencias” en la negociación.
Tras una reunión con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, admitió que los avances son mínimos.
“Todavía hay grandes diferencias entre nosotros. Tenemos enormes diferencias en salud”, señaló, al tiempo que pidió a Trump asumir el liderazgo, “ya que es quien toma las decisiones”.
El mandatario, sin embargo, mantuvo una posición dura.
“Los demócratas van a tener que hacer algunas cosas, porque sus ideas no son muy buenas”, dijo antes del encuentro.
En la misma línea, el vicepresidente JD Vance advirtió: “El gobierno se dirige a un cierre porque los demócratas no harán lo correcto. Espero que cambien de opinión, pero veremos”.
Un cierre administrativo implicaría la suspensión de todas las operaciones no esenciales, lo que dejaría temporalmente sin sueldo a cientos de miles de empleados federales y afectaría el pago de prestaciones sociales.
La Casa Blanca incluso ha amenazado con despedir funcionarios, en lugar de la práctica usual de congelar sus salarios hasta alcanzar un acuerdo.
Los republicanos impulsan una extensión del financiamiento actual hasta finales de noviembre, medida ya aprobada en la Cámara de Representantes, donde tienen una ajustada mayoría. Para que avance en el Senado necesitan al menos siete votos demócratas.
Para la oposición, la situación abre una rara oportunidad de presionar por la restitución de programas sociales, especialmente en materia de salud para familias de bajos ingresos.
El jefe de la minoría demócrata en la Cámara, Hakeem Jeffries, advirtió que “hay hospitales, clínicas que están cerrando en estos mismos momentos por falta de fondos”.
El debate ocurre en un contexto de fuerte polarización y desgaste político.
Trump celebró en julio la aprobación de su ambicioso plan presupuestario y no está dispuesto a retroceder. En contraste, los demócratas, con bajos niveles de aprobación en las encuestas, buscan recuperar terreno político defendiendo programas sociales clave.
De no alcanzarse un acuerdo en las próximas horas, Estados Unidos se sumirá en una nueva crisis presupuestaria, con el consiguiente impacto económico y social, mientras ambos partidos se culpan mutuamente por el estancamiento.
