
Belem, Brasil. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2025 de Belém (COP30) cerrará sin una mención explícita a la eliminación de los combustibles fósiles en su proyecto de acuerdo final, debido a la resistencia encabezada por países productores de petróleo y varias economías emergentes.
La decisión representa un retroceso para un amplio bloque de naciones que, desde hace casi dos semanas, presionaban por una hoja de ruta clara para abandonar el carbón, el gas y el petróleo.
El texto presentado por la presidencia brasileña de la COP30 —que aún debe aprobarse por consenso en la sesión plenaria de clausura— se limita a llamar a acelerar la acción climática de manera “voluntaria”, sin compromisos vinculantes sobre la transición energética.
Unos 80 países, incluidos Colombia, Francia y España, defendieron durante las negociaciones la necesidad de fijar un calendario concreto de salida de los combustibles fósiles. Sin embargo, ese objetivo terminó diluyéndose.
“Nos hubiese gustado que hubiera mucho más, más ambición sobre todo”, señaló el comisario europeo para el Clima, Wopke Hoekstra, quien no obstante indicó que la Unión Europea apoyará el texto.
Francia, por su parte, calificó el documento como “plano”, aunque la ministra de Transición Ecológica, Monique Barbut, afirmó que no se opondrá a su aprobación.
Financiación y comercio, los puntos que sí avanzan
Aunque el texto no recoge el deseo de avanzar hacia el fin de los combustibles fósiles, sí incluye otros elementos clave:
- Triplicar la financiación para adaptación climática en países en desarrollo durante la próxima década.
- Abrir un “diálogo” sobre comercio mundial vinculado al clima, algo solicitado por China y otros grandes exportadores.
Este último punto es considerado un precedente dentro de las negociaciones climáticas, ya que hasta ahora el comercio global había permanecido al margen de la discusión formal.
Durante la cumbre de líderes, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva planteó una propuesta ambiciosa: crear una hoja de ruta que guiara la salida progresiva de las energías fósiles, retomando el espíritu de la COP28 de Dubái, donde el mundo acordó iniciar una transición energética global.
La idea fue bien recibida por países vulnerables y europeos, como Islas Marshall, Colombia y Países Bajos, pero enfrentó una fuerte oposición de potencias petroleras como Arabia Saudita, Irán y Rusia. Varios países emergentes y de bajos ingresos también apoyaron la resistencia, argumentando preocupaciones económicas y de desarrollo.
El consenso —regla fundamental de las COP— terminó bloqueando cualquier avance en esa línea.
El mayor productor de petróleo del mundo, Estados Unidos, no participó en la COP30, una ausencia que debilitó aún más el impulso internacional para discutir la eliminación del petróleo y el gas.
Pese al retroceso, Brasil aseguró que trabajará en este marco voluntario durante el próximo año, antes de entregar la presidencia de la COP31.
“La presidencia brasileña tiene la voluntad de dedicar tiempo y esfuerzo a este tema”, explicó la ministra española Sara Aagesen.
La llamada “COP de la verdad”, como la definió Lula, ha confirmado que el objetivo del Acuerdo de París —limitar el calentamiento global a 1,5 °C— es prácticamente inalcanzable. El planeta ya roza ese umbral, y los últimos once años han sido los más calurosos jamás registrados.
