Cali. A dos días de la clausura de las conversaciones en Colombia sobre cómo frenar la destrucción de la naturaleza en la COP16, los delegados se atoran en la cuestión de la financiación.
El tire y afloje entre países ricos y naciones en desarrollo enrarece un ambiente que días atrás era de entusiasmo. La mayor conferencia sobre biodiversidad jamás celebrada reunió cifras récord de participación en la ciudad de Cali, bajo un clima festivo y tropical.
Desde el 21 de octubre, 196 países evalúan avances en planes nacionales y financiamiento para los 23 objetivos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Estos se trazaron hace dos años en Canadá para detener la destrucción de especies.
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El Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal acordó destinar $200.000 millones anuales a la protección de la biodiversidad hasta 2030. De estos, $20.000 millones deben provenir anualmente de las naciones ricas hacia las de menor desarrollo.
La conferencia de Cali se anunció como una oportunidad para agilizar acciones y financiamiento hacia los objetivos de la ONU, que incluyen proteger el 30% de las zonas terrestres y marinas para 2030.
En la recta final, los pesos pesados aterrizaron en Colombia para destrabar las negociaciones: el jefe de la ONU, António Guterres; cinco jefes de Estado; además de 115 ministros y 44 viceministros.
“El tiempo apremia. La supervivencia de la biodiversidad de nuestro planeta, y nuestra propia supervivencia, están en juego”, dijo Guterres, en un intento por “acelerar” la toma de decisiones.
Sin embargo, a puerta cerrada, las negociaciones sobre el financiamiento siguen estancadas.
Desacuerdos
“Hasta ahora, desde la COP15, no hemos visto un aumento significativo” en la financiación, declaró en Cali el ministro nigeriano de Medio Ambiente, Iziaq Kunle Salako. Hizo un llamado, en nombre de 20 países en desarrollo, para que las naciones ricas “aumenten urgentemente sus compromisos financieros internacionales” y garanticen “que el compromiso de $20.000 millones se cumpla a tiempo”.
En 2022, el nivel de financiamiento anual para la biodiversidad, de los países ricos a los pobres, alcanzaba poco más de $15.000 millones, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El ministro de Medio Ambiente de Sierra Leona, Jiwoh Abdulai, dijo a esta agencia que los países en desarrollo querían un fondo nuevo dentro del Convenio sobre la Diversidad Biológica, con representación de todas las partes.
Las naciones en desarrollo afirman que los fondos multilaterales actuales son burocráticos y de difícil acceso.
“Ahora mismo no tenemos un lugar en la mesa. Hay personas que toman decisiones que afectan nuestras vidas”, se quejó Abdulai. En el otro lado de la balanza, el negociador de la UE, Hugo-Maria Schally, señaló a esta agencia que las naciones ricas “avanzan hacia el cumplimiento de su compromiso de donantes para 2025″.
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ONU alertó sobre cambios ambientales
En Cali, se dieron cita los jefes de Estado de Colombia, Ecuador, Armenia, Guinea-Bisáu, Haití y Surinam, junto a 115 ministros y 44 viceministros.
Guterres recordó a los delegados que la humanidad ya alteró tres cuartas partes de la superficie terrestre y dos tercios de las aguas del planeta.
“Muchos países dicen que tenemos que crear un nuevo fondo aquí, mientras que todos los países donantes dicen: ‘No estamos convencidos de que un nuevo fondo aporte dinero realmente nuevo, porque el dinero público escasea, especialmente en Europa en estos días’”, afirmó.
La ministra francesa de Ecología, Agnes Pannier-Runacher, declaró a esta agencia que crear un “enésimo nuevo fondo” no resolvería la cuestión de fondo, que es “cómo los países menos desarrollados acceden a los fondos”. La idea de un nuevo fondo es el mayor obstáculo en las negociaciones financieras.
Otro punto en disputa es la forma de compartir los beneficios de los datos genéticos secuenciados digitalmente y extraídos de animales y plantas con las comunidades de las que proceden. Estos datos se usan en medicamentos y cosméticos que generan miles de millones para la industria.
Los negociadores aún deben resolver asuntos clave como quién paga por el uso de los llamados DSI (por sus siglas en inglés), cuánto, a qué fondo y a dónde debe ir el dinero.