
Shanghái
Con una peluca rubia, pechos falsos y pestañas postizas, Yu Xiaoyang sale a un escenario de Shanghái vistiendo una malla dorada muy ceñida, toda una "liberación" para este joven que los fines de semana se evade de las opresivas costumbres de la sociedad china.
Forma parte de la veintena de candidatos a un concurso de travestismo en un club gay en pleno corazón de la ciudad.
"En el trabajo, debo tener un rostro impasible de lunes a viernes, soy como un zombi. Pero el viernes por la noche y durante el fin de semana por fin puedo ser yo mismo", confiesa Yu, que trabaja en un banco.

Las minorías sexuales pagan el precio: la homosexualidad fue despenalizada en 1997 pero persisten las discriminaciones contra las personas del colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales).
En las grandes ciudades existe, sin embargo, una cierta tolerancia. La "Shanghai Pride" propone, por ejemplo, una serie de eventos cada año.
El concurso de travestismo en el que participa Yu Xiaoyang estaba patrocinado por Twone Information Technology, una compañía que dispone de una plataforma para citas en internet.

Para él se trata de "decirle al conjunto de la sociedad que China cuenta con drag queens magníficos y que su arte del travestismo es increíblemente bello".
Yu Xiaoyang, que acabó tercero en el podio, estima haberse gastado decenas de miles de dólares en ropa, pelucas y zapatos para sus shows.

"Estoy convencido de que todo el mundo oculta en el fondo de su corazón un par de tacones altos y alimenta el secreto deseo de vertirse como le plazca", dice con una sonrisa.
Algunos de sus rivales de esa noche llevaban "qipaos", el tradicional vestido chino de cuello alto y abertura lateral. Otros lucían mallas de lentejuelas.
Según los organizadores, las autoridades no han intervenido para impedir el evento que atrae, cada viernes, una gran afluencia de público.

"La presión social es oír decir que el evento lo organizan afeminados y perversos", por eso el combate debe seguir —añade— sobre el escenario y fuera de él.