
Trípoli. El bombardeo aéreo que mató a por lo menos 44 migrantes en un centro de detención en las afueras de Trípoli “podría claramente constituir un crimen de guerra”, dijo el miércoles el enviado de la ONU en Libia, Ghassan Salamé.
“Esta matanza innoble y sangrienta” es “una consecuencia de las más horribles y trágicas” de la “absurdidad de esta guerra” entre dos facciones políticas que se disputan el poder en el país norafricano, añadió.
El Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), con sede en Trípoli y reconocido por Naciones Unidas, atribuyó el ataque a las fuerzas rivales de Jalifa Haftar, el caudillo del este del país, que llevan a cabo una ofensiva para apoderarse de la capital, en un país hundido en el caos desde el 2011.
Pero el portavoz de las fuerzas de Haftar, Ahmad al Mesmari, desmintió toda implicación en el ataque, y acusó al GNA de “fomentar un complot” para responsabilizarlos de la masacre.
El martes por la noche, un bombardeo aéreo dejó un agujero de unos tres metros de diámetro en el centro de un hangar de Tajura, en las afueras al este de Trípoli. Numerosos cuerpos yacían en el suelo del lugar, constató un fotógrafo de la AFP.
El centro de detención acogía a alrededor de 600 personas, en su mayoría eritreos y sudaneses, y dos de sus cinco hangares fueron alcanzados, según el responsable del centro Nureddin al Grifi. Unos 120 migrantes se encontraban en el hangar nº 3 que fue alcanzado de lleno.
En Tajura se ubican varios sitios militares controlados por el GNA y ese suburbio es regularmente blanco de ataques aéreos de las fuerzas de Haftar.
Es la segunda vez que este centro de migrantes es alcanzado desde el inicio de la ofensiva de Jalifa Haftar el 4 de abril. El martes por la noche, medios de prensa que apoyan a Haftar informaron de ataques en Trípoli y Tajura.
El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) tenía previsto reunirse de urgencia para tratar este ataque.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió una “investigación independiente” y reiteró su llamado a un “alto el fuego inmediato en Libia”.
Los combates continuaron en los alrededores de Trípoli. Un ataque contra el aeropuerto de la capital este miércoles obligó a suspender los vuelos, informó una fuente aeroportuaria.
La ONU expresó reiteradamente su preocupación por el destino de unos 3.500 migrantes y refugiados “en peligro en centros de detención situados cerca de zonas de enfrentamientos”.
Los dos bandos rivales libios están convencidos de poder ganar gracias a sus apoyos y se abastecen de armas, violando el embargo impuesto por la ONU a Libia desde el 2011.
El mariscal Haftar cuenta especialmente con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos y Egipto. El GNA, único ejecutivo reconocido por la comunidad internacional, tiene el apoyo de Turquía.
El ataque suscitó numerosas reacciones de la comunidad internacional.

Las ONG reaccionaron ante el “horror” y pidieron una investigación.
La UE condenó un “ataque horrible” y pidió igualmente una investigación, en tanto la Unión Africana, Francia, Italia, Catar y Turquía condenaron igualmente el ataque, y Estados Unidos tildo el ataque de “aborrecible” e instó a un diálogo urgente.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Filippo Grandi, advirtió en Twitter sobre “tres mensajes claves: los migrantes y refugiados NO tienen que estar detenidos, los civiles NO tienen que ser objetivos, Libia NO es un lugar seguro para devolver” a los migrantes.
A pesar de la constante inestabilidad, Libia es un país de tránsito de personas que huyen de conflictos armados o de otras regiones de África y Oriente Medio.