
Mauricio Hoyos, biólogo marino mexicano, relató al diario estadounidense The New York Times (NYT) los detalles del momento en que sufrió un ataque de tiburón el sábado 27 de setiembre en las aguas de la Isla del Coco, ubicada a más de 500 kilómetros de la costa pacífica de Costa Rica.
Según la publicación del NYT, el incidente ocurrió cuando Hoyos descendió a 37 metros de profundidad para colocar etiquetas a tiburones como parte de un estudio de conservación.
Lo que desató el ataque
El profesional avistó un tiburón galápago de unos 2,7 metros y disparó con una lanza con etiqueta, que se incrustó en la base de la aleta dorsal del animal. Esto, según el biólogo, desató el momento del ataque.
“Se giró hacia mi dirección; fue realmente rápido”, contó Hoyos a The New York Times. “Estaba completamente abierta; mi cabeza entera estuvo dentro de su boca en menos de un segundo.”
El biólogo relató que escuchó un crujido, el cual describió como presión.
“Tan pronto como sintió mi cráneo, me soltó. Abrió la boca y se alejó nadando”, agregó.
Hoyos afirmó que su mascarilla se llenó de sangre y agua, y que los dientes del tiburón cortaron los tubos de su equipo de buceo.
“Si hubiera querido, pudo haberme matado”, aseguró.
Pese a la gravedad de la situación, ascendió lentamente para descomprimirse y, al llegar a la superficie, se sostuvo del bote hasta ser trasladado a la Isla del Coco, donde recibió primeros auxilios antes de ser llevado al Hospital Monseñor Sanabria, en Puntarenas, y posteriormente a San José, desde donde brindó su entrevista al NYT.
Actualmente, según el diario, espera una cirugía de mandíbula tras recibir 27 puntos en el rostro y cuero cabelludo, correspondientes a las 27 heridas provocadas por los dientes del tiburón.
Hoyos lideraba la expedición junto al Dr. Alex Antoniou, director de Fins Attached Marine Research and Conservation, y su equipo estudiaba los patrones migratorios de tiburones en la cordillera submarina cercana a la isla, con el objetivo de evaluar la necesidad de protecciones frente a la pesca comercial.
“La forma en que respondió fue probablemente muy distinta a la de un buzo normal”, afirmó Antoniou en declaraciones al NYT. “Él comprende el comportamiento de los tiburones”, señaló.
“Es vida silvestre”, añadió. “Es impredecible.”
Hoyos, con experiencia de más de 30 años etiquetando especies como grandes tiburones blancos y tigres, describió cómo su inmersión vespertina se convirtió en una hazaña de supervivencia, en la que la experiencia y la calma fueron determinantes.
