La sesión de este 1.º de mayo en la Asamblea Legislativa no parece haber dejado ganadores ni perdedores claros. Por el contrario, el Partido Liberación Nacional (PLN), los demás partidos políticos de oposición y el oficialismo parecen haber ganado y perdido al mismo tiempo, dependiendo de la perspectiva desde la que se mire la situación de cada uno.
Rodrigo Arias Sánchez podría haber sido el único gran triunfador de la jornada. El político de 78 años ganó la votación para mantenerse como presidente de la Asamblea Legislativa por cuarto año consecutivo: un registro histórico que solo había conseguido el también liberacionista Francisco Antonio Pacheco (2006-2010) desde la fundación de la Segunda República, y que ningún otro congresista había logrado desde una silla de oposición.
Pero su victoria no es del todo positiva para el PLN, ni para el resto de la oposición. Tampoco representa una derrota contundente para el Gobierno de la República o para el presidente Rodrigo Chaves. Por el contrario, alimenta el discurso electoral del mandatario, quien prioriza la campaña electoral sobre los acuerdos políticos en el Congreso, y dice sentirse bloqueado por instituciones como la Asamblea Legislativa, que son controladas por “los políticos de siempre”.
A la vez, con su negativa a nombrar un ministro de la Presidencia con motivo del gane de su rival, Chaves podría generar un vacío de poder autoinfligido en la formación de leyes, quedando esta labor a merced de los demás partidos.
Pero entonces, ¿qué ganó y qué perdió cada actor este 1.º de mayo en el Congreso? Esta es la relación de cuentas, que va más allá de las meras votaciones.

Liberación y el gobierno
En condiciones normales, mantener la presidencia legislativa por cuarto año consecutivo se leería como un triunfo evidente para cualquier partido político de oposición frente a cualquier gobierno.
Sin embargo, ese análisis se quedaría corto en esta ocasión.
Si bien la victoria de Rodrigo Arias es clave para el PLN porque le permitirá seguir teniendo cierto control sobre la agenda legislativa, también golpea al partido, en la medida en que refuerza el discurso electoral del Ejecutivo de cara a los comicios de 2026.
En los últimos años, el presidente Rodrigo Chaves ha sostenido que “los mismos políticos de siempre” dominan las instituciones ajenas al Poder Ejecutivo (como la Asamblea Legislativa) y que ese ha sido un obstáculo para su administración y para el desarrollo del país, aunque tampoco se ha empleado a fondo en la búsqueda de acuerdos.
Esa es la punta de lanza que utiliza para pedir que los costarricenses salgan a votar en masa en febrero del próximo año por una inmensa mayoría de diputados que piensen como él: una concentración de poder a la que alude constantemente como la mejor solución posible por sobre el diálogo o la negociación con otras fuerzas políticas.
En ese sentido, la reelección de Arias supone un refuerzo para ese discurso. Cuando hablamos del liberacionista, nos referimos a un político de larga trayectoria, cercano a los empresarios y hermano del expresidente Óscar Arias, quien dirigió al país en dos ocasiones (1986-1990 y 2006-2010).
“El sentido común indicaría la reelección de Arias como una derrota para el oficialismo, pero creemos que no es así. Quizás sea todo lo contrario”, señaló Rotsay Rosales, coordinador del Observatorio de la Política Nacional (OPNA) de la Universidad de Costa Rica (UCR), en ese sentido.
“La victoria de Arias legitima el discurso y la estrategia de campaña permanente del gobierno; legitima el cambio de narrativa del presidente, que pasó de decir que ‘se iba a comer la bronca’ a decir que ‘no se comió la bronca, porque no lo dejaron‘; y legitima su discurso de que el poder está capturado por ‘ticos con corona’, en la medida en que los Arias representan justamente eso”, subrayó.
Pero, al igual que para Liberación Nacional no todo es positivo, tampoco lo es para el presidente Chaves.
La dirección de la Asamblea Legislativa se encarga de tareas de peso y el oficialismo quedó nuevamente marginado de ellas.
Entre otras cuestiones, el jerarca del Congreso se encarga de conformar las comisiones legislativas y de coordinar los temas de debate con las jefaturas de fracción; y, en este 2025, podría tener que dirigir los trámites necesarios en la Asamblea para levantar la inmunidad del presidente Rodrigo Chaves, quien recientemente fue acusado por la Fiscalía General de la República por aparentes irregularidades en una contratación con fondos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
Otro punto en contra para el gobierno es que Chaves había amenazado con dejar de nombrar a un nuevo ministro o ministra de la Presidencia si Arias continuaba al frente de la Asamblea Legislativa; y esto podría representar un claro “vacío de poder” en el gabinete, según observó el politólogo Ronald Alfaro, del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR.
La reafirmación del divorcio entre Chaves y el Congreso, además, podría entorpecer el trámite de proyectos de ley que el mandatario y su gobierno han definido como prioritarios; por ejemplo, las iniciativas de jornadas laborales 4x3, la venta del Banco de Costa Rica y la apertura del mercado eléctrico.
Todos ellos, señaló Rosales, son asuntos que también podrían ser claves de cara a la campaña electoral, en la medida en que son medidas del agrado de sectores de la población (incluidos eventuales financistas de campaña) con los que Chaves y su gobierno podrían quedar en deuda.

¿Y el resto de la oposición?
Las señales de victoria o de derrota tampoco son demasiado claras en cuanto al resto de la oposición en el Congreso, compuesta por las fracciones de los partidos Unidad Social Cristiana (PUSC), Nueva República (PNR), Liberal Progresista (PLP), Frente Amplio (FA) y un nutrido grupo de diputadas independientes.
Carolina Ovares Sánchez, profesora de la Escuela de Ciencias Políticas e investigadora del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo (CIOD) de la UCR, coincidió en el valor que tiene para el gobierno “no ser la cara visible” de la Asamblea Legislativa y alimentar la visión de que persiste una clase política (principalmente el PLN) “amarrada” al poder. Sin embargo, ese es un discurso del que también podrían redituar electoralmente otros partidos de oposición.
Si bien todas las agrupaciones de oposición abogaron por desplazar a Arias de la presidencia del Congreso en una o varias ocasiones durante los últimos tres años, ninguna lo consiguió y el liderazgo de esa institución (atacada todos los días desde Zapote) quedó directamente ligada al verdiblanco.
En ese sentido, la cuarta victoria de Arias tampoco representa una derrota definitiva para los partidos políticos de oposición diferentes al PLN, aunque podría verse de esa manera si se analizan muy someramente las votaciones de los últimos cuatro años.
Las luces y las sombras cayeron por igual en la mayoría de los partidos políticos este 1.º de mayo en el Congreso. Para muestra, las situaciones del PRN y del PUSC.
Nueva República perdió en su contienda por la Presidencia legislativa de la mano de la diputada Rosalía Brown pero, hasta cierto punto, logró diferenciarse del PLN y de la candidatura del gobierno. Por otra parte, la Unidad Social Cristiana sí logró dejarse dos puestos de peso en el Directorio legislativo (la vicepresidencia en manos de Vanessa Castro y la primera secretaría en manos de Carlos Felipe García), pero nuevamente exhibió fisuras internas y se dejó esos cargos a cambio de una alianza con el liberacionismo que seguramente será utilizada en su contra por parte del oficialismo y de otros detractores.
En un año de altas tensiones electorales, las victorias y las derrotas tienen lecturas en variedad de dimensiones.
