Cinco grupos de científicos costarricenses recibieron ayer ¢163 millones para llevar adelante proyectos de investigación de altísima complejidad.
Se trata de áreas que van desde la creación de mejores sueros contra los mordeduras de serpientes de Centroamérica –como las terciopelos– hasta la búsqueda de los genes que predisponen a la depresión entre niños y adultos del país.
El dinero proviene de un convenio de cooperación entre la Fundación Costa Rica-Estados Unidos (Crusa) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, mediante el cual durante los próximos dos años los ticos deberán compartir trabajo, conocimientos y tecnología con científicos españoles.
Galardonados. La primera investigación premiada está encabezada por Domingo Campos, psicólogo clínico y biólogo molecular, quien buscará descifrar el papel de varios genes en niños y jóvenes costarricenses, con el fin de ver si es posible mejorar la detección temprana de la depresión en el país, que afecta a entre 3% y 11% de los jóvenes, según su nivel socioeconómico y edad.
Los genes que se analizarán son el llamado SLC6A4 –vinculado con la producción de la serotonina u “hormona del bienestar”–, así como el papel de los genes DRD2 y COMT –relacionados con la producción de la dopamina–.
El estudio de la capacidad anticancerígena de la planta medicinal conocida como “uña de gato” ( Uncaria tometosa ) también recibió su financiamiento.
Esta investigación, a cargo de la bioquímica Mirtha Navarro, se llevará a cabo en la Escuela de Química de la Universidad de Costa Rica (UCR) y buscará conocer la cantidad y calidad de unas sustancias químicas presentes en esta planta.
Navarro explicó que se buscará caracterizar la estructura de los llamados “polifenoles”, que, según se cree, pueden tener el potencial para evitar la proliferación de tumores y el cáncer.
Asimismo, especialistas de la Escuela de Ciencias Agrarias de la UCR recibieron un estímulo económico para analizar –incluso a nivel molecular– gusanos microscópicos que atacan cada año los de cultivos de arroz, piña y plantas ornamentales del país, causando millonarias pérdidas.
Estos microgusanos son los llamados “nematodos” y, con la ayuda del experto Alejandro Esquivel, el país podrá saber cuáles de las 90 especies de estos animales se hallan aquí y cómo combatirlas.
“Cuanto mejor se conozca la especie de nematodo, mejor será la forma en que se luchará contra él. Así se podría reducir el uso intensivo de los químicos que tanto impactan ahora a los ecosistemas del país”, dijo Esquivel.
Van de nuevo. Otros dos proyectos que ya habían sido premiados fueron dotados de nuevo financiamiento debido a la complejidad de sus proyectos y también al éxito logrado en sus etapas iniciales.
Entre ellos destaca la búsqueda del Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica (UCR) de las proteínas presentes en los venenos de las principales serpientes centroamericanas.
Su trabajo consistirá ahora en profundizar en la composición molecular de estas toxinas –por especie– para crear nuevos antivenenos y mejorar los ya existentes, explicaron los científicos Bruno Lomonte y Yamileth Angulo.
Para ello, se habilitará un laboratorio con la tecnología necesaria para descifrar las proteínas de los venenos.
Finalmente, sobresalió el estudio sobre microhongos –ubicados en sitios poco explorados del país – que tengan potencial biológico para la fabricación de nuevos antibióticos. Esta iniciativa se realiza en la Unidad de Bioprospección del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) y está liderada por el experto Keilor Rojas.