
La medicina veterinaria geriátrica avanza con rapidez y ofrece nuevas claves para acompañar mejor a perros y gatos en la vejez. Un estudio con más de dos millones de gatos y cuatro millones de perros permitió definir con mayor precisión las etapas de la vida y ajustar los cuidados según la edad y el tamaño del animal.
En promedio, perros y gatos viven 11,3 años, según datos de Francia. Ese aumento en la longevidad exige mayor atención por parte de los dueños. Pequeños ajustes en el entorno, la alimentación y la rutina diaria pueden marcar una diferencia importante en el bienestar del animal adulto mayor.
¿A partir de qué edad un perro o un gato se considera adulto mayor?
Los gatos ingresan a la vejez alrededor de los 10 años. Esta etapa se divide en madurez, sénior y supersénior.
En los perros, la edad varía según el tamaño:
- Perros pequeños, de menos de nueve kilogramos, como chihuahua o cavalier king charles spaniel, entran a la tercera etapa cerca de los siete años y alcanzan la categoría sénior alrededor de los 12 años.
- Perros medianos y grandes, con más de nueve kilogramos, como golden retriever, pastor australiano o welsh corgi, llegan a esta fase antes, cerca de los seis años.
Esta transición no implica un deterioro inmediato. Representa una oportunidad para ajustar cuidados y prevenir complicaciones.
Qué significa un envejecimiento saludable en mascotas
El envejecimiento es natural, progresivo e inevitable. Con el tiempo, disminuye la tolerancia al estrés y se acumulan daños celulares. Sin embargo, un animal adulto mayor puede mantener buena salud si conserva la capacidad de cubrir sus necesidades físicas, sociales y emocionales, además de una relación estable con su dueño.
Algunos cambios resultan normales. Entre ellos destacan canas, leve acumulación de sarro, piel más delgada o sentidos menos agudos. Estos no afectan de forma significativa la calidad de vida.
Otros signos requieren atención veterinaria. Dificultades para levantarse, subir escaleras o acceder al alimento no deben atribuirse solo a la edad. Lo mismo ocurre con señales de disfunción cognitiva, como desorientación dentro del hogar o problemas para encontrar el plato de comida.
La fragilidad como indicador clave
La calidad de vida se convierte en el principal criterio para evaluar el envejecimiento. En perros y gatos se utiliza el concepto de fragilidad, tomado de la geriatría humana.
Un animal se considera frágil si presenta al menos tres de los siguientes cinco criterios:
- Debilidad: pérdida de fuerza o masa muscular.
- Movilidad reducida: dificultad para desplazarse.
- Menor actividad: reducción marcada frente a la etapa adulta.
- Desnutrición: pérdida de peso o de apetito.
- Fatiga: intolerancia al ejercicio.
Los animales frágiles desarrollan enfermedades con mayor facilidad. La detección temprana permite intervenir y, en algunos casos, revertir parcialmente esta condición.
El primer paso consiste en facilitar el acceso a comida, agua, descanso y zonas de contacto. Pequeños escalones para subir al sofá, camas bajas y firmes o comedores elevados ayudan a animales con osteoartritis.
También conviene multiplicar los puntos de acceso. Más áreas de alimentación, varios espacios para dormir y cajas de arena con bordes bajos mejoran el confort. Algunas cajas comerciales resultan demasiado altas para gatos con dolor articular.
Mantener una relación calmada y positiva resulta esencial. Cambios de conducta siempre requieren evaluación veterinaria y, si es necesario, apoyo en comportamiento animal. Un comportamiento inusual puede reflejar dolor o dificultad física.
La estimulación cognitiva y física debe continuar, con ajustes. Los comederos interactivos siguen siendo útiles si se adaptan a la capacidad del animal. Juegos cortos, entrenamiento suave y recompensas atractivas favorecen el bienestar.
Los paseos también se adaptan. Bolsas seguras permiten transportar al perro cuando se cansa. El acceso al exterior sigue siendo importante.
La alimentación ocupa un rol central. El envejecimiento afecta la digestión y reduce la masa muscular. Se recomienda una dieta de fácil digestión, formulada para animales adultos mayores y con buen aroma.
Debe evitarse la carne cruda, por desequilibrios minerales y mayor riesgo sanitario. La combinación de alimento seco y húmedo suele ser beneficiosa. Las comidas caseras cocidas solo deben seguir indicación veterinaria. Calentar levemente el alimento húmedo puede estimular el apetito.
Las consultas veterinarias regulares mantienen vacunas y desparasitaciones al día. El sistema inmunológico se debilita con la edad. La primera consulta geriátrica suele ser más extensa y sirve como referencia. El seguimiento ideal inicia al comienzo de la tercera etapa, con controles cada seis meses o anuales según el caso.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
