Según el informe, apenas ahora se está entendiendo el papel que desempeña ese batallón personal de microorganismos que conviven en el cuerpo. Una microbiota pobre estaría vinculada a fragilidad en la vejez, dice uno de los estudios, encabezado por Paul O’Toole, del University College de Cork, en Irlanda.
“Cambios en los patrones de ingesta de alimentos, el deterioro de la digestión y la disminución en la movilidad afectarían la microbiota directamente”, sostuvo O’Toole a Science.
Así, se confirma que la disminución del ejercicio cambia la dinámica en que interactúan las bacterias, y el consumo constante de medicamentos también la debilitaría, asegura la investigación.
Esto dificultaría al cuerpo obtener eficientemente la energía de los alimentos y, además, haría que el sistema inmunitario funcione de modo errático.
Aún queda mucho por investigar para saber si la microbiota se podrá utilizar para mejorar la salud, pero el mantenerla sana es vital. Una razón de más para comer sano y hacer deporte.