En muchas ocasiones se han mencionado las ventajas de que la familia como junta al menos una vez al día para que los niños tengan una mejor nutrición, pero un estudio desarrollado durante 10 años en Canadá, demostró que este hábito tiene un impacto positivo en la salud no solo física, sino también mental de los menores.
Este reporte de la Universidad de Montreal tomó en cuenta a 1.492 personas nacidas entre 1997 y 1998 en Quebec. Todos ellos forman parte de una investigación mayor llamada Estudio Longitudinal de Salud y Desarrollo del Niño en Quebec.
Los investigadores siguieron a los niños en visitas periódicas desde los cinco meses de vida y hasta los 10 años. Los resultados de esta parte de la investigación fueron publicados en la más reciente edición de la revista Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics.
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"Decidimos explorar el efecto a largo plazo de compartir comidas en familias desde la niñez temprana entre familias con niños nacidos en el mismo año. Les dimos seguimiento conforme fueron creciendo. Hubo dos momentos muy específicos de estudio en donde se hicieron mediciones, a los seis y a los diez años de cada participante", explicó en un comunicado de prensa Linda Pagani, una de las investigadoras.
Mariee-Josée Harbec, su compañera de investigación, añadió: "teníamos mucha información de los niños antes de los seis años, como su temperamento y habilidades cognitivas, la educación de la madre y sus características psicológicas y la composición de la familia y su funcionamiento. Todo esto nos ayudaba a dar un marco de referencia para los resultados".
Hallazgos
Tras analizar los datos, las científicas vieron que cuando la cantidad y calidad de comidas compartidas era mayor a los seis años, los niveles de condición física eran mejores a los diez años. También tenían menor consumo de bebidas carbonatadas.
Estos niños también presentaban más habilidades sociales y eran menos agresivos.
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Los resultados se mantuvieron sin importar cuán grande era la familia, si las comidas se daban en el hogar o en un restaurante, de la cantidad que se comía, de cuánto se gastaba en la alimentación, de si los alimentos se compartían al aire libre o en interiores y de si el tiempo de comida compartido era un desayuno, almuerzo, cena o merienda.
"La presencia de los padres durante los tiempos de comida provee a los niños de interacción social de primera mano, discutir sobre temas sociales y preocupaciones cotidianas da a los menores herramientas de interacción social en un ambiente agradable y emocionalmente seguros. Experimentar formas positivas de comunicación puede ayudar a los menores tener mejores habilidades de comunicación con personas fuera de su unidad familiar", explicó Pagani.
"Nuestros resultados sugieren que las comidas familiares no son solo marcadores de la calidad del ambiente en el hogar, también son formas de mejorar el bienestar de los niños de una forma fácil", concluyó.
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