¿Le ha pasado que parte de los residuos valorizables que deja afuera de su casa no son recolectados por el camión municipal? Si le ha ocurrido, tal vez deba echar una nueva ojeada para corroborar que se encuentren en las condiciones exigidas por las autoridades.
“Los residuos valorizables los recibimos limpios, secos y separados”, informó Maybi Rojas Soto, encargada de Gestión Integral de Residuos de la Municipalidad de Montes de Oca.
¿Esto qué significa? Que ya sea una caja de leche, una lata de atún, un envase de desinfectante o cualquier tipo de producto de limpieza se deben someter “a un triple enjuague, dejar escurrir y luego secar”. Si no están limpios los residuos, se rechazan.
Hay diversos motivos que explican esta exigencia, según Julio Martínez, encargado del centro de acopio de la Municipalidad de Montes de Oca.
Algunas de estas tienen que ver con la comercialización que se hace de los materiales y también por la misma seguridad de los funcionarios encargados de recolectar o recibir los desechos.
“También porque es más fácil para nosotros poder trabajar y mover más rápido el material”, expresó.
En el centro de recolección de ese gobierno local no hay moscas, ni malos olores, según constató La Nación durante una visita en horas de la mañana del 21 de agosto. El orden y la limpieza de los materiales permiten a los funcionarios manipular los materiales sin necesidad de mayores medidas de protección, o que se deban exponer a algún tipo de situación insalubre.
La estructura ya se hace pequeña para la cantidad de material que reciben y para albergar a los ocho o hasta 10 funcionarios encargados de la faena.
“Con Ecolones sí hemos visto bastante el cambio en los materiales que nos entregan acá. La gente, poco a poco, se ha venido educando, interesando en la posibilidad de obtener beneficios en ciertos comercios, se han ido uniendo más a lo que es la separación de residuos”, manifestó Rojas.
Separados, limpios y secos
El municipio de Montes de Oca ofrece a los pobladores de su cantón dos opciones: las rutas de recolección y también que sean los mismos ciudadanos quienes se presenten al centro de acopio y entreguen directamente el material de reciclaje.
En ambos casos, los residuos deben estar en las condiciones anteriormente explicadas. Para corroborar que esto se cumpla, en el caso de las rutas de recolección, los camiones parten con tres funcionarios: un chofer y dos peones, estos últimos se encargan de montar el material y hacer una revisión rápida, para asegurarse de que no haya basura ni que estén sucios, así como de hacer una separación rápida.
Por una cuestión de espacio, los vehículos llevan los residuos a una recicladora, donde se acomodan según el tipo.
El centro de acopio se encuentra ubicado 200 metros al sur y 100 al este del parque de Sabanilla. Desde mayo del año pasado, ese recinto se sumó al programa Ecolones, que incentiva el reciclaje retornando a las personas “dinero virtual” por cada botella, lata o envase que entreguen en los puntos autorizados.
Los ecolones pueden canjearse por descuentos en productos, servicios y experiencias.
Idealmente, las personas deben llevar los residuos separados por tipo de material: ya sea que se trate de aluminio, papel y cartón, envases tetrapack, entre otros. Si tiene dudas, los funcionarios del centro están en la disposición de explicarle el proceso.
Lo que se recolecta, el municipio lo vende a la recicladora Capri, que a su vez se encarga de comercializar el material. También reciben residuos electrónicos, que posteriormente trasladan a la firma GEEP (Global Electric Electronic Processing), que está ubicada en Cartago.
Asimismo, reciben ecobloques o ecoladrillos, los cuales se hacen con botellas plásticas, rellenas de otros plásticos que convencionalmente no son reciclables, como los aluminados: todo lo que son envolturas de galleta, de confites, de café, entre otros. La meta es utilizarlos en un proyecto que beneficie el cantón.
Rojas asegura que existe una trazabilidad de los residuos, ya que deben ser entregados a gestores autorizados por el Ministerio de Salud. Asimismo, se hacen visitas para garantizar que el centro de acopio cumpla con las condiciones exigidas.
Ticos mejoran hábitos
Cada día, los costarricenses generan 4.000 toneladas de residuos ordinarios. De esta cantidad, 1.000 toneladas son depositadas en ríos, lotes baldíos y vías. Una situación aún más preocupante, si se considera que el 80% de lo que botamos son residuos valorizables, es decir, que se pueden reutilizar.
Pero, poco a poco, los ticos parecen comprender mejor el problema. Por ejemplo, en 2014 se estimaba que el promedio de reciclaje del país era de 1,26%, según datos del Instituto de Fomento y Asesoría Municipal (IFAM). Para 2018, la cifra estimada se elevó al 6,6%, o lo que es igual a 264 toneladas que llegan a los centros de acopio para ser procesadas.
Desde hace un año, Carlos Sibaja Mora comenzó a sumarse a las iniciativas de separación de residuos en el cantón de Montes de Oca.
“Algo ayuda uno para evitar la contaminación en el planeta, aunque es muy poco lo que uno hace, son granitos de arena que uno va contribuyendo”, manifestó durante una visita al centro de acopio para dejar material revalorizable.
Con el tiempo la práctica se ha convertido en un hábito y, si bien un inicio pudo ser difícil, ahora forma parte de la rutina de su familia. Incluso, la separación de residuos le ha ayudado a tomar conciencia de la importancia de este proceso.
“Nos damos cuenta que la basura que sacamos para que se la lleve el camión de la basura es muy poca ahora. Antes sacábamos dos bolsas dos veces por semana, ahora es casi una bolsa por semana, quiere decir que el resto es lo que traemos aquí (...), estábamos botando plata prácticamente”, expresó.