María Fernanda llegó moviendo la cola y haciéndose notar. De inmediato, los muchachos de la Universidad Nacional (UNA) le ofrecieron sus más tiernas palabras; pero ella siguió su camino, sin hacerles caso y sin intención de separarse de Abelardo Ismael Campos.
"María Fernanda, venga para acá. Usted a ellos no los conoce", le dijo Campos.
Desde hace seis años, María Fernanda es la mascota de este hombre. Nació en su cama y, desde entonces, son inseparables.
"María Fernanda es mi familia. Vivo solo en la calle y ella es la que hace la guardia de las mañanas. Está pendiente de mí y si ve que no me muevo, entonces mete la nariz debajo de la cobija para chuparme la cara y asegurarse que esté vivo", comentó Campos.
Este domingo, ambos se acercaron al puesto de atención veterinaria que se montó detrás del cine Líbano, en la zona roja de San José. Allí, seis médicos veterinarios de la Escuela de Medicina Veterinaria y el Hospital de Especies Menores de la UNA vacunaban y desparasitaban a los perros y gatos de los indigentes.
"No solo atendemos a las mascotas de los indigentes sino que también de familias de escasos recursos que viven en la zona y quizá no tienen dinero para comprar estas vacunas", aclaró Francisco San Lee, miembro de la organización Amigos de la Calle.
Mauricio Jiménez, director del Hospital de Especies Menores de la UNA, revisó a María Fernanda. Le encontró garrapatas y advirtió a Campos sobre los cuidados que debe darle. Asimismo, le recomendó cortarle los mechones de pelo que vayan endureciéndose para evitar futuros problemas de piel.
Campos escuchó atento, preguntó al médico veterinario y pasó su mano sobre la cabeza de María Fernanda para tranquilizarla. Jiménez le aplicó la vacuna contra la rabia a la perra y al dueño se le dio un carné de vacunación que indicaba la fecha y el nombre del veterinario a cargo.
"Yo soy viejo conocido de estas ferias. Aprovecho para que revisen a María Fernanda y, la vez pasada, ellos me ayudaron a castrarla", manifestó Campos, quien recibió un emparedado, refresco y galletas, mientras que su amiga de cuatro patas se fue a la casa con una bolsa de alimento para ella y su mamá Tyra.
Los voluntarios de la organización Amigos de la Calle también obsequiaron ropa limpia a las personas que se acercaron al puesto de atención.
La campaña de vacunación y desparasitación fue apoyada por estudiantes de las escuelas de Estudios Generales de la UNA y la Universidad de Costa Rica (UCR). Ellos se dividieron en grupos y recorrieron las calles aledañas avisando que existía el servicio de atención veterinaria así como comida y ropa.
Asimismo, los universitarios aprovecharon el espacio para colocar letreros en pro de la aprobación del proyecto de ley de bienestar animal que está actualmente en corriente legistativa.
Labor social
Desde hace cinco años, Amigos de la Calle lleva ropa y comida a las personas en indigencia que viven en la Zona Roja. Como muchos de ellos son propietarios de mascotas, decidieron también llevar alimento para animales y realizar estas campañas de atención veterinaria, para las cuales cuentan con la colaboración de la UNA.
Según San Lee, al principio se veían animales en malas condiciones, pero eso ha ido cambiando y estas campañas son aprovechadas para dar seguimiento médico a los canes y felinos.
"Ahora cuesta mucho ver un animal en malas condiciones y cuando los hay, las mismas personas nos piden ayuda para darlos en adopción porque su interés es que el perro o gato esté bien", dijo San Lee.
"A veces se trata de perros o gatos que sufren algún accidente y como no tienen los medios para llevarlos al veterinario, nosotros los ayudamos. Nos los llevamos al hospital, les ayudamos con el tratamiento y se los devolvemos", aseveró Jiménez.
San Lee y Jiménez concuerdan en que los indigentes son buenos dueños y, a pesar de los pocos recursos económicos, cuidan bien a sus mascotas.
"En la calle, muchas personas prefieren darle su bocado de comida al animal antes de comer ellos. También están muy pendientes de la salud de sus mascotas y muchos hasta tienen tarjeta de vacunas", expuso San Lee.
"En medio de esta separación social que sufren estas personas, lo que les queda son estos perros. Establecen un lazo tan fuerte con los animales que para ellos es muy importante tenerlos en buen estado de salud", agregó Jiménez.
Ese es el caso de Carlos Esquivel, quien cuida celosamente a Pingüina y Zaguatín. Ambos perros están castrados y, cada tres meses, los lleva a una veterinaria, cercana al cine Líbano, para desparasitarlos. "Uno también aprovecha estas actividades", dijo Esquivel.
Sin embargo, por vivir en la calle, los animales pueden adquirir enfermedades infecciosas y, como el contacto con el ser humano es tan cercano, las personas pueden contagiarse.
"Al mantener en buen estado de salud a la población canina y felina, estamos previniendo enfermedades e invirtiendo en la salud humana", destacó Jiménez.