A tan solo 30 kilómetros de la costa de Barra del Colorado, en el Caribe norte costarricense, cuatro cachalotes asomaron su lomo, maravillando así a investigadores y guardaparques.
El cachalote (Physeter macrocephalus) es una especie de cetáceo que habita en aguas profundas. Suele estar entre los 800 y 1.000 metros de profundidad, por lo que es muy difícil de observar.
De hecho, esta es la primera vez que se logra ver vivo un animal de estos, pues los científicos ticos conocían de la especie solo a partir de encallamientos en playa.
El reporte de cachalotes es uno de los resultados de un estudio de la Fundación Keto y del Refugio de Vida Silvestre Barra del Colorado, como parte del Proyecto Consolidación de Áreas Marinas Protegidas del Sinac-PNUD-GEF.
La investigación buscaba profundizar el conocimiento sobre ecosistemas marinos y costeros detectados como “vacíos de conservación” en la Propuesta de ordenamiento territorial para la conservación de la biodiversidad (más conocida como Grúas II).
Aparte de cachalotes, cerca de esa costa se contemplaron otras especies oceánicas, como el delfín de dientes rugosos (Steno bredanensis) y el calderón o ballena piloto (Globicephala macrorhynchus).
“Son especies que eran esperadas para la zona, pero no estaban registradas para el Caribe”, resaltó Sebastián Bonilla, coordinador del programa marino del Refugio.
Ver un cachalote a tan poca distancia de la playa no es usual. Para Bonilla, la plataforma continental tan corta que tiene el Caribe favorece este fenómeno.
Dos hábitats. Se denomina plataforma continental a la porción del fondo submarino más próximo a la costa, cuyas profundidades no exceden los 200 metros.
En el caso de Barra del Colorado, esta se extiende 11 kilómetros (km) desde la boca del río Colorado hasta “el filo” (como lo llaman los pescadores), que es el límite, y donde se ubica una “grada” que cae 200 m.
En el Pacífico, esa “grada” está a una mayor distancia. Por ejemplo, en bahía Drake está a 40 km de la costa y en bahía Ballena, a 70 km.
En el Caribe, los cachalotes se avistaron a 30 km de la playa, donde las profundidades superan los 800 metros de profundidad. De esta manera, esa plataforma tan reducida propicia que coexistan dos hábitats: uno costero donde viven delfines manchados y otro oceánico de cachalotes y los llamados delfines de dientes rugosos.
“Cuando uno habla de heterogeneidad de hábitat, eso es bueno porque tenés uno muy cerca del otro; entonces las especies van a ser distintas”, explicó Damián Martínez, biólogo y coordinador del proyecto del Sinac-PNUD-GEF.
Aparte de cetáceos, en Barra del Colorado se observaron tortugas marinas, rayas y tiburones.
Para Martínez, esa riqueza biológica podría impulsar actividades ecoturísticas que generen ingresos a las comunidades cercanas al refugio de vida silvestre.
Oportunidad. Los habitantes de Barra del Colorado (norte y sur) podrían aprovechar que la categoría de manejo del refugio sí permite un ecodesarrollo de bajo impacto.
“Siempre y cuando esté regulado por el plan de manejo”, explicó Ana María Monge, coordinadora de investigación del Área de Conservación Tortuguero.
El turismo en la zona es aún incipiente y las oportunidades de empleo son escasas.
“Tortuguero demostró que las tortugas marinas mueven el turismo. En Barra del Colorado, estas otras especies podrían incentivar lo mismo y crear oportunidades”, manifestó Martínez.
Para Monge, los pobladores están interesados, principalmente los más jóvenes. “Hemos trabajado con ellos en monitoreo biológico y conteo de aves. Se han estado capacitando en emprendedurismo. Ellos están ‘casados’ y emocionados con el tema”, añadió.