En 20 años, los arrecifes ubicados en la zona del Tempisque (entre Guanacaste y Puntarenas) perdieron el 98% de su cobertura de coral vivo.
La presencia de las llamadas algas calcáreas costrosas y de coral vivo es indicador de buena salud de esos ecosistemas.
Esto es relevante porque los arrecifes coralinos favorecen la reproducción de especies de peces de interés comercial. Asimismo, favorecen el turismo en las zonas costeras y funcionan como barreras naturales cuando se presentan tormentas.
Estos puntos destacan en un informe elaborado por científicos del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica y de Conservación Internacional (CI), como parte de un proyecto de seguimiento en los ecosistemas arrecifales y comunidades coralinas en el Pacífico.
En total, entre el 2013 y 2014 se monitorearon 62 sitios. Sin embargo, en algunos de ellos el Cimar viene realizando esa vigilancia desde hace 20 años, por lo que posee puntos de comparación.
En el registro 2013-2014 se reportó una cobertura de coral vivo de 2% en el Área de Conservación Tempisque (ACT), 16% en el Área de Conservación Osa (Acosa) y 18% en el Área de Conservación Marina Isla del Coco (Acmic).
“En bahía Culebra, en los años 90 e inicios del 2000, la cobertura de coral vivo era de 50%. Ahora es un 3%”, comentó Juan José Alvarado, investigador del Cimar.
Deterioro. El escaso coral vivo es solo uno de los síntomas del grave deterioro de los arrecifes.
Otro indicador es la cobertura de algas. En el ACT alcanzó el 74%, mientras en Acosa fue del 62% y del 38% en Acmic.
En cuanto a las macroalgas , como Caulerpa sertularioides, el porcentaje también fue mayor en ACT (6%), que en Acosa (1,7%) o en Acmic (0,3%).
En el caso de la Caulerpa sertularioides, esta se aferra a los corales para no ser arrastrada por las corrientes y sus golpes contra los pólipos (animales que conforman el coral) acelera la muerte de estos, con los cuales además compite por luz y alimento.
Sobre los erizos ( Diadema mexicanum ), si bien ayudan a controlar las algas que recubren el coral, pueden resultar dañinos si están en grandes cantidades.
“Si estos organismos se encuentran en altas densidades, pueden volverse un problema para el arrecife, ya que su actividad alimenticia puede convertirse en una acción de bioerosión, que debilite y aplane la estructura arrecifal”, menciona el informe.
“En bahía Culebra, los erizos se comieron tanto los corales que ya no hay arrecifes en algunas partes”, recalcó Alvarado, al detallar que en esos sitios “lo que hay ahora es arena”.
Un arrecife complejo y sano favorece la cantidad y diversidad de especies marinas, lo que a su vez beneficia al turismo y la pesca.
“Un arrecife puede tener una alta cobertura de coral vivo, pero una baja complejidad arrecifal, con lo cual se limitan los espacios para refugio y protección y, por consiguiente, puede traer una baja riqueza, abundancia y biomasa de peces e invertebrados.
“Por lo tanto, sitios que se encuentran expuestos a fuertes presiones extractivas, con pocas medidas de protección, con bajas coberturas y que son poco complejos, van a tener muy bajas capacidades de reclutar, recuperar o retener especies de invertebrados o de peces. Por lo tanto, la pérdida de diversidad y de especies de interés comercial va a ser mayor”, se comenta en el informe científico del Cimar y CI.
Eso, aunado a la sobrepesca, explicaría la baja presencia de langostas, cambutes, ostras perleras y otras especies de interés para los pescadores.
Manejo de cuencas. Otra explicación de lo que pasa en los arrecifes está en tierra firme.
La cantidad de nutrimentos, como materia orgánica o fertilizantes, que es descargada por los ríos en el mar, o se lavan de los suelos por las lluvias, propician la proliferación de algas y mareas rojas, que debilitan los corales.
“La calidad del agua en las zonas costeras ha cambiado por la deforestación y el mal manejo de las cuencas”, apuntó Cindy Fernández, del Cimar.
A eso hay que sumar la pérdida de especies herbívoras, como el pez loro y los pepinos de mar, debido a la sobrepesca.
En ACT, por ejemplo, los expertos observaron un incremento en la extracción ilegal de los pepinos de mar.
“Estos organismos contribuyen con los arrecifes coralinos en el reciclado de los nutrientes que se depositan en el fondo marino, la bioturbación de sedimentos y amortiguando el efecto de la acidificación de los océanos. A su vez, se han utilizado para crear productos farmacéuticos de alto valor comercial, alto valor en acuicultura y con un alto valor de comercialización en el mercado asiático”, se señala en el informe.
En este sentido, los investigadores recomiendan un programa que incluya la reforestación de la vegetación en la ribera, el cual sea complementario a un programa de tratamiento de aguas, esto para evitar o disminuir la descarga de nutrimientos en el mar.
También aconsejan emprender un programa de restauración arrecifal en las islas Tolinga (sitio el Cirial) y Chora, así como en punta El Indio, en Guanacaste.
Otra medida sugerida para recuperar la cobertura de coral vivo, es realizar una evaluación del recurso pesquero, principalmente langosta y pepino de mar, así como llevar un mejor control de la extracción de peces depredadores y de los herbívoros, como el pez loro.
También, proponen identificar una zona de reproducción de peces de interés comercial con el fin de establecer algún nivel de protección sobre estos sitios.