
El análisis de sedimentos extraídos de un sistema de drenaje cercano a los baños de la fortaleza romana de Vindolanda, en el norte de Inglaterra, reveló que los soldados destacados en ese punto del Imperio Romano padecían diarrea y dolor abdominal de forma recurrente.
La investigación, desarrollada por especialistas de las universidades de Cambridge y Oxford, se basó en material recolectado en canales que transportaban desechos desde una letrina comunitaria hasta un riachuelo próximo al sitio arqueológico.
El estudio científico se publicó el 2 de diciembre en la revista Parasitology. Los resultados señalaron infecciones provocadas por lombrices intestinales, tricocéfalos y giardias, parásitos asociados a cuadros gastrointestinales persistentes.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores examinaron 50 muestras de sedimentos obtenidas a lo largo de nueve metros de zanjas usadas en la antigüedad como sistema de evacuación de residuos humanos. En cerca de 28% de las muestras aparecieron huevos de lombrices o tricocéfalos.
Una muestra específica presentó rastros de ambas especies. Ante ese hallazgo, el equipo aplicó un ensayo imunoenzimático (Elisa), una técnica que detecta proteínas producidas por organismos unicelulares. El análisis permitió identificar también giardia, lo que constituyó la primera evidencia de este parásito en la Britania romana.
La propagación de estos organismos se relaciona con condiciones de saneamiento inadecuadas. El contagio ocurre mediante contacto con heces humanas o por consumo de agua y alimentos contaminados. Este tipo de higiene deficiente fue común en trincheras y asentamientos militares.
El patrón detectado en Vindolanda coincidió con otros sitios militares romanos como Carnuntum, en Austria; Valkenburg, en Holanda; y Bearsden, en Escocia. En contraste, centros urbanos como Londres y York mostraron una diversidad mayor de parásitos, incluidos los asociados al consumo de pescado y carne.
Efectos en la salud de los soldados
Los parásitos identificados provocaban desnutrición y episodios de diarrea, lo que debilitaba a los soldados. Aunque la medicina romana reconocía la existencia de gusanos intestinales, los tratamientos disponibles resultaban poco eficaces.
Las infecciones podían mantenerse durante largos periodos. En algunos casos, los síntomas se agravaban. Este deterioro físico reducía la capacidad para el servicio militar.
Durante el verano, los brotes de giardiasis se vinculaban con fuentes de agua contaminadas. Estas infecciones podían afectar a decenas de personas al mismo tiempo. Además, la presencia de parásitos fecales-orales indicaba un entorno favorable para otros patógenos intestinales como Salmonella y Shigella.
Las excavaciones también documentaron la presencia de mujeres y niños en Vindolanda. Aunque los soldados no tenían permiso legal para casarse, la evidencia arqueológica confirmó la convivencia familiar en el fuerte.
Los investigadores advirtieron que las infecciones intestinales representaban un riesgo mayor para los niños. La diarrea provocaba deshidratación severa. Las infecciones crónicas podían generar retrasos en el crecimiento y afectaciones cognitivas.
El estudio de parásitos antiguos permitió identificar patrones de enfermedades en poblaciones pasadas. También ayudó a comprender cómo estas infecciones variaban según el estilo de vida y el contexto militar.
Las excavaciones en Vindolanda continúan y siguen aportando datos sobre las condiciones extremas enfrentadas por quienes custodiaron esta frontera del Imperio Romano hace casi 2.000 años. Los nuevos hallazgos cuestionan la idea de una vida militar estable y saludable en los confines imperiales.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
