![Un nuevo sitio arqueológico en la cuenca del Turkana ofrece la evidencia más antigua y continua de la tecnología Oldowan, usada hace 2,75 millones de años. [Imagen con fines ilustrativos]](https://www.nacion.com/resizer/v2/RRHQHZNSYFEHXC7RYNHJ4BKTAU.png?smart=true&auth=1eb3e0346aa7cef3bf286697771d1d9e586dbf65a709c7953f4a949e1158861e&width=1920&height=1080)
Hace casi tres millones de años, en el norte de Kenia, un grupo de antiguos homínidos golpeaba piedras junto a un río. Lo hacían con un propósito claro: obtener bordes filosos para cortar carne o romper huesos.
Un estudio publicado en Nature Communications revela ahora que aquella tecnología temprana, conocida como Oldowan, no fue una chispa momentánea de ingenio, sino una práctica sorprendentemente estable.
Los investigadores identificaron herramientas de piedra datadas entre 2,75 y 2,44 millones de años, lo que convierte al sitio de Namorotukunan, en la cuenca del Turkana, en uno de los registros más antiguos y duraderos de la capacidad técnica de nuestros antepasados.
El hallazgo fue realizado por un equipo internacional liderado por David Braun (Universidad George Washington) y Dan Palcu (Universidad de São Paulo). A diferencia de otros yacimientos del este de África, donde las evidencias aparecen concentradas en un solo momento, Namorotukunan ofrece tres horizontes arqueológicos que abarcan casi 300.000 años.
En todos, los patrones de talla son consistentes: los homínidos elegían tipos de roca específicos y aplicaban técnicas de fractura controlada para obtener lascas cortantes.
El equipo combinó dataciones radiométricas de isótopos de argón, análisis paleomagnéticos y estratigrafía volcánica para situar los artefactos con una precisión inusual en la arqueología de tan alta antigüedad. También utilizaron proxies paleoambientales —como la composición de los sedimentos y microfósiles— para reconstruir el paisaje de hace 2,7 millones de años: una zona de ríos y sabanas abiertas, sometida a variaciones climáticas que alternaban periodos húmedos y áridos.
Entre los restos se hallaron fragmentos de huesos con marcas de corte, lo que indica que los primeros fabricantes del Oldowan usaban sus herramientas para procesar animales. Esa práctica, aunque rudimentaria, habría sido clave para acceder a nuevas fuentes de energía —grasa y médula— y pudo influir en transformaciones biológicas posteriores, como el aumento del tamaño cerebral.
A medida que el clima se volvía más seco, los homínidos adaptaron su comportamiento sin alterar sus métodos de talla. Esa persistencia tecnológica sugiere que las primeras innovaciones surgieron más de la adaptación ecológica que de una revolución cognitiva.
El estudio concluye que el conjunto representa la evidencia más antigua de tecnología Oldowan en la Formación Koobi Fora y que esta persistencia tecnológica permite observar cómo los homínidos tempranos mantuvieron sus estrategias de producción de herramientas en distintos ambientes.
Los autores advierten que no se han identificado restos fósiles directamente asociados a los fabricantes de las herramientas, por lo que no se puede atribuir el conjunto a una especie específica.
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